6. Discursos De Circunstancias. a) El primer sermón Poseemos aún el primer sermón que pronunció Crisóstomo con ocasión de su promoción al presbiterado a principios del 386. Dice expresamente que es su primera homilía, y la dedica a Dios, que le dio lengua y habla. Agradece al obispo de Antioquía (Flaviano) por haberle ordenado y le alaba por su espíritu verdaderamente apostólico. Pide a la congregación que ore para que también él sea un buen sacerdote. b) Homilías sobre las estatuas De todos sus discursos de circunstancias, los más famosos son las Homiliae 21 de statuis ad populum Antiochenum. Están consideradas como una de las manifestaciones más perfectas de su elocuencia y admiten comparación con los monumentos más nobles de este arte. Las estatuas del emperador Teodosio y de la familia imperial habían sido derribadas y mutiladas por la multitud de Antioquía, el año 387, en una sedición provocada por la imposición de un impuesto extraordinario. Teodosio se sintió tan ofendido, que pensó en destruir por completo la ciudad. El anciano obispo Flaviano marchó a Constantinopla a pedir perdón al emperador. Mientras la ciudad fluctuaba entre la esperanza y el temor, Crisóstomo pronunció estas homilías Sobre las estatuas, que nos describen con viveza aquellos días de terror, señalados con numerosas ejecuciones Pone en movimiento todas sus fuerzas para consolar y animar a las inmensas multitudes que atestan las iglesias, pero al mismo tiempo aprovecha la oportunidad para fustigar los vicios y pecados, que habían hecho descargar la ira de Dios sobre ellos. En el último discurso, pronunciado el domingo de Pascua, podía anunciar que los esfuerzos del obispo Flaviano se habían visto coronados por el éxito y que el emperador había concedido a su pueblo el perdón completo. Crisóstomo había demostrado en esta crisis ser un verdadero guía y padre de su grey. Su sentido de responsabilidad es tan grande como su profunda simpatía y su sinceridad apasionada. Pronunciadas al principio de su presbiterado, estas valientes homilías Sobre las estatuas le consagraron como orador.

http://azbyka.ru/otechnik/Patrologija/pa...

Su dedicación, su perseverancia en la exégesis bíblica tuvo como resultado los cincuenta volúmenes de su Hexapla, que contenía seis textos paralelos del Antiguo Testamento en hebreo y en traducciones griegas. Su curiosidad, su ansia de saber y de interpretar la Palabra de Dios y adaptarla al contexto de su época no conocía límites. Sostenía que escribir era una forma de orar y de ejercer la propagación del mensaje bíblico, no solamente entre los intelectuales de la época sino también en el mismo pueblo. Le interesaban todos los aspectos de la vida cotidiana y todos los problemas filosóficos, exigiéndose de darse una respuesta a sí mismo y a las demandas que asiduamente le hacían. Sostenía que en la medida que él con fe se exigiera a sí mismo y diera resultados confiables ante las demandas probaría que la Gloria de Dios no eran elucubraciones teóricas sino la acción del Espíritu Divino que en él se manifestaba. Combinaba una intrépida honradez intelectual con una completa dedicación al cristianismo. Su ardiente naturaleza le impulsaba a extremos de mortificación propia; en un súbito impulso se castró (como un símbolo de su lucha contra los deseos sexuales y tentaciones mundanas) mientras se hallaba todavía en la flor de su juventud, acto que lamentó posteriormente en la vida y que fue utilizado en contra suya por sus críticos. Orígenes era un original y poderoso pensador y podía discutir contra los enemigos del cristianismo con pleno conocimiento de la filosofía y ciencia griegas. Era también un destacado maestro y apologista que no sólo instruía, sino que también formaba las personalidades de sus discípulos. Por la influencia filosófica que había recibido de los griegos sostenía que la sabiduría no solamente había que amarla transmitiéndola en discursos o escritos, sino que había que buscarla incesantemente y aun más: había que ayudar a aquellos que le interesaban que se transformaran en maestros, es decir que aprendieran a pensar y a practicar lo que pensaban. Uno de los más ilustres de éstos, San Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesárea (213–70), describió los años que pasó en la escuela de su amado maestro, con profunda gratitud y ardiente afecto.

http://azbyka.ru/otechnik/Nikolaj_Zernov...

El golpe que sufrió la Iglesia fue tremendo, pero no fatal. Sobrevivió al desastre, pero su vida se empobreció grandemente y perdió varias actividades esenciales. El principal cambio fue que su crecimiento ulterior se hizo difícil. Bajo el Islam, los cristianos tenían una relativa seguridad de la propiedad, pero se les prohibía dilatarla y esta limitación crucial influyó profundamente en su psicología. En vez de mirar hacia adelante, recordaban con nostalgia su glorioso pasado. Los cristianos orientales se volvieron intensamente conservadores, la ortodoxia se identificó en sus mentes con la inmovilidad, y la rigurosa adhesión a formas creadas en mejores días se convirtió en la única política disponible para ellos. Este declive coincidió con la renovada presión de Occidente. Los cristianos orientales, luchando en defensa propia sobre un terreno elegido por los oponentes occidentales, habían producido un número de fórmulas defectuosas. De esta época data la idea de que los siete primeros Concilios Ecuménicos forman la autoridad definitiva e inalterable para la Iglesia ortodoxa, que hay solamente siete Sacramentos y que existe un momento preciso en que tiene lugar la consagración de los elementos eucarísticos. Oprimidos sobre dos flancos por el Islam y Occidente, los cristianos orientales asociaron tan estrechamente la Iglesia con la nacionalidad, que confinaron la ortodoxia a su propio pueblo y se volvieron indiferentes a la condición religiosa del resto del mundo. Y, sin embargo, a pesar de todas estas deficiencias, el cristianismo no murió entre ellos. La Eucaristía alimentaba espiritualmente a los fieles, el Evangelio iluminaba sus mentes, y su inmortal amor a la libertad les daba fuerza para continuar su lucha por la liberación del yugo islámico. El Oriente cristiano se hallaba encadenado a los muros de su prisión, pero se negó a rendirse, esperando que Dios en su misericordia libraría algún día a sus siervos del cautiverio. La única excepción en este estado de esclavitud fueron los rusos; su Iglesia se dilataba con el crecimiento del zarismo , pero también sufrió de un conservadurismo excesivo, e incluso sospechó más de Occidente que los griegos y los orientales.

http://azbyka.ru/otechnik/Nikolaj_Zernov...

Por cinco veces fue expulsado de su sede episcopal y pasó más de diecisiete años en el destierro. Pero todos estos sufrimientos no consiguieron romper su resistencia. Estaba convencido de que luchaba por la verdad y empleó todos los medios a su alcance para combatir a sus poderosos enemigos. A pesar de su irreconciliable hostilidad para con el error y no obstante el ardor con que le hacia frente, poseía la cualidad, rara en semejante carácter, de ser capaz, aun en lo más arduo del combate, de usar de tolerancia y moderación con los que se habían descarriado de buena fe. Muchos obispos orientales habían rechazado el homoousios por no comprenderlo, y Atanasio da pruebas de gran comprensión y paciencia para ganarlos nuevamente a la verdad. La Iglesia griega le llamó más tarde «Padre de la Ortodoxia,» y la Iglesia romana le cuenta entre los cuatro grandes Padres del Oriente. Para la historia de su vida, las fuentes más importantes son sus propios escritos y la introducción siríaca a sus Cartas festales. Existen, además, una Historia Athanasii, conservada en latín, que se conoce generalmente con el nombre de Historia acephala por estar mutilada; el Discurso 21 de Gregorio Nacianceno y unos fragmentos de un panegírico copto. Atanasio nació, hacia el año 295, en Alejandría, donde recibió la formación clásica y teológica. De la introducción a su Vida de San Antonio se desprende que en su juventud se relacionó con los monjes de la Tebaida. El año 319 fue ordenado diácono por su obispo Alejandro, a cuyo servicio entró poco después como secretario. En calidad de tal acompañó a su obispo al concilio de Nicea (325), donde llamaron la atención sus discusiones con los arrianos (ATANASIO, Ap. c. Arian. 6; SÓCR., Hist. Eccl. 1,8). Tres años más tarde sucedía a Alejandro. Su nueva misión no era fácil. Aunque condenada en Nicea, la doctrina arriana estaba en condiciones de encontrar considerable apoyo en Alejandría. Para colmo de dificultades, el nuevo obispo no era del agrado de los melecianos.

http://azbyka.ru/otechnik/Patrologija/pa...

Después de esta revolución eclesiástica, los rusos se convirtieron en los más fieles adeptos de la ortodoxia bizantina, y en sus más ardientes defensores. Los Primeros Frutos del Cristianismo Ruso Desde el principio de su historia, los cristianos rusos ostentaron un número de características que les separó del resto de la cristiandad. El príncipe Vladimiro asombró a sus consejeros bizantinos proponiéndoles la abolición de la pena capital como incompatible con la religión cristiana. También impresionó a sus maestros mediante una caridad tan grande, que todos los pobres de su capital eran alimentados y cuidados a sus expensas. Sus dos hijos menores, Boris y Gleb, fueron canonizados por un hecho sin precedente en la historia cristiana. Boris recibió la noticia de la muerte de su padre cuando regresaba a casa a la cabeza de sus tropas después de una venturosa expedición contra los nómades merodeadores. Supo simultáneamente que su hermano mayor, Sviatopolk, intentaba atacarle y hacerse así con el poder que de acuerdo con el derecho correspondía a Boris. El joven príncipe, con sorpresa de todo el mundo, se negó a llevar a sus hombres a una batalla contra su hermano. Les dijo que era su deber luchar por la protección su país, pero no complicarse en la rivalidad entre él y su hermano. Prefería morir antes que ocasionar a otros la muerte, cuando ésta se podía evitar. Su asesinato en 1015, y el de su hermano Gleb, que compartía sus ideas, conmovieron tan profundamente a la nación, que Sviatopolk tuvo que huir del país y morir desterrado. Un énfasis similar sobre las implicaciones sociales de la fe cristiana se manifestó en la notable vida de San Teodosio (muerto en el 1074) fundador del famoso monasterio de las Cuevas, próximo a Kiev. Era hijo de padres bien acomodados y de joven compartió voluntariamente el trabajo manual de los siervos y llevó la misma vestimenta pobre, deseando, en esta identificación con los humildes y los oprimidos, seguir a Cristo que, siendo Dios, vivió entre los pobres como uno de ellos.

http://azbyka.ru/otechnik/Nikolaj_Zernov...

El desarrollo cultural de Rusia se hizo unilateral, se dio demasiado énfasis al ritualismo, se descuidó la erudición, se incrementó la subordinación al Estado y se perdió la apreciación de la libertad. La victoria de los Poseedores desempeñó un papel en la trágica suerte de una de las más interesantes personalidades de esa época, San Máximo el Griego (1470–1556); su llegaba a Moscú en 1516 ofreció a los ortodoxos rusos una oportunidad única a dilatar su horizonte mental y espiritual, conectando su vida cultural con el Renacimiento en Italia. Durante largo tiempo el misterio rodeó sus orígenes, pero se ha establecido recientemente su identidad. Era nativo de Grecia, había ido a Italia en 1492 y allí se lanzó a las controversias intelectuales y artísticas del Renacimiento. Admirador de Savonarola (1452–1498), ingresó en la Orden de los Dominicos (1502–1504); pero sintiéndose insatisfecho con su espíritu, regresó a Grecia, y pasó once años en el Monte Atos (1505–1516). En 1516 fue a Rusia por invitación del Gran Príncipe de Moscú, que deseaba mejorar el saber ruso. Máximo representaba lo mejor de la erudición cristiana. Era hombre de gran integridad, dedicado a la ortodoxia, intrépido e intransigente en su actitud con la pereza, la ignorancia y los abusos. Tenía algo de la llama que ardía en su maestro, Savonarola. Fue recibido con los brazos abiertos por los No-Poseedores y suscitó el odio de los josefitas, que, habiendo consolidado su posición, atacaron a Máximo como peligroso innovador y crítico de las costumbres rusas. Su arresto y largo encarcelamiento (1531–1551) terminó, para los siglos aún por venir, con la posibilidad de un provechoso cambio de ideas entre Moscú y el resto del cristianismo. Los Poseedores empujaron a la Iglesia hacia el aislamiento y el provincialismo. Su victoria fue confirmada por el Concilio de los Cien Capítulos , convocado en Moscú en 1551, en el que los obispos, en sus réplicas al zar Iván IV (1533–84), afirmaron la supremacía de la ortodoxia rusa sobre la versión griega.

http://azbyka.ru/otechnik/Nikolaj_Zernov...

Esta dinastía de obispos gobernantes alcanzó su más gloriosa etapa bajo Petar I Petrovich Negosh (1782–1830) y su sucesor, Petar II Petrovich Negosh (1830–51). En 1799, el sultán Selim III (1783–1807) reconoció la independencia de Montenegro y simultáneamente su Iglesia adquirió una posición autónoma. Petar I fue canonizado por la Iglesia en atención a sus incesantes y abnegadas fatigas por su pueblo. Su sobrino, Petar II, era filósofo y poeta de originalidad y poder, hombre de amplia visión y capacitado administrador. Su sucesor, Danilo Petrovich (1851–60), puso fin al gobierno de los príncipes-obispos. Contrajo matrimonio y se convirtió en el primer príncipe secular de su país. La Iglesia de Grecia La revolución serbia no atrajo la atención occidental, pero la sublevación griega de 1821 conmovió profundamente a Europa. Comenzó a un mismo tiempo en varios lugares: el 6 de marzo, el príncipe Alejandro Hypsilantis, un fanariota, desplegó la bandera de libertad griega en Moldavia; el 25 de marzo, Germanos, metropolitano de Patras, exhortó a su pueblo para que se levantara contra sus opresores mahometanos, y los habitantes de varias islas griegas proclamaron simultáneamente su independencia. Esta rebelión había sido preparada por sociedades secretas, la más importante de las cuales era Philiki Hetaireia (Asociación de Amigos). Contaba con unos doscientos mil miembros que difundían una educación dirigida hacia el patriotismo y un deseo de liberación política. La noticia de las rebeliones griegas llegó a los jefes políticos de Occidente en el momento de la Conferencia de Laibach. En este período reaccionario, Alejandro I de Rusia estuvo en una torpe posición. Tradicionalmente, los rusos se consideraban como partidarios de los oprimidos cristianos balcánicos, pero la Santa Alianza, iniciada por Alejandro, incluía al Sultán turco, a quien estaba obligado a prestar apoyo contra los cristianos revolucionarios. El príncipe Hypsilantis fue fácilmente derrotado, pues había calculado muy mal la actitud de los moldavos. No tenían simpatía entre los fanariotas y, por lo tanto, no se sentían inclinados a ayudar a su pequeño ejército. Sin embargo, la rebelión de Morea fue entusiásticamente apoyada por toda la población, y, a pesar de la superioridad militar turca, como fin una victoria griega. Una ola de sentimiento pro-helénico indujo a los gobiernos de Rusia, Inglaterra y Francia a intervenir a favor de los griegos.

http://azbyka.ru/otechnik/Nikolaj_Zernov...

5. Panegíricos. Crisóstomo pronunció gran número de panegíricos de santos del Antiguo Testamento, tales como Job, Eleazar, los Macabeos y su madre; de algunos mártires, como Romano, Julián, Barlaam, Pelagia, Berenice, Prósdoce, y de mártires en general. Presentan interés particular los que predicó en honor de los santos obispos de Antioquía Ignacio, Babila, Filogonio, Eustaquio y Melecio. El panegírico sobre su maestro Diodoro de Tarso lo pronunció en presencia de éste. Pero ningún panegírico suyo ha alcanzado la nombradla que han logrado las Homiliae 7 de laudibus S. Pauli, donde da una expresión entusiasta a su ilimitada admiración por el Apóstol de las Gentes. Aniano de Celeda, que las tradujo al latín entre los años 415 y 419, dice que no solamente retratan al gran Apóstol, sino que de algún modo se puede decir que le resucitan de los muertos, de suerte que viene a ser una vez más un modelo vivo de perfección cristiana. En el panegírico de introducción, Crisóstomo le alaba como la síntesis de todas las virtudes y le compara con las grandes figuras del Antiguo Testamento desde Abel hasta San Juan Bautista, para concluir diciendo que supera a cada uno de ellos en su propia excelencia. En el segundo demuestra con el ejemplo de Pablo hasta qué alturas extraordinarias puede subir la frágil naturaleza humana. El tercero describe los obstáculos que hubo de superar el Apóstol con su valor sin límites y con su caridad inagotable. El cuarto trata de su conversión en el camino de Damasco. Crisóstomo compara la reacción de Pablo ante la llamada de Dios con la de los judíos en cuanto pueblo, que permanecieron endurecidos en su infidelidad a pesar de haber sido testigos de muchos milagros. El quinto describe las debilidades del Apóstol, sobre las cuales triunfó tan gloriosamente. El sexto discute su temor ante la muerte, en el cual algunos, al parecer, veían un defecto. Crisóstomo explica que los síntomas de aversión física no empañan el lustre del valor auténtico; lo que cuenta es la resolución del alma. El último panegírico compara al portaestandarte de un ejército cualquiera con San Pablo, portaestandarte del Señor crucificado y Rey celestial, que llevó el emblema de la Cruz en su bandera a través del mundo entero.

http://azbyka.ru/otechnik/Patrologija/pa...

4 . Contra los valentinianos (Adversus Valentinianos) El libro Contra los valentinianos es un comentario cáustico de la doctrina de los gnósticos valentinianos. El contenido y la distribución misma de la materia del libro prueban su estrecha dependencia del tratado Adversus haereses de Ireneo. También debe algo a Justino Mártir, a Milcíades y a Próculo: Nadie podrá acusarnos de haber inventado nuestros documentos. En efecto, han sido publicados ya, bien sean las opiniones en sí mismas o bien su refutación, en obras escritas por personas que sobresalían por su santidad y su talento. No quiero hablar solamente de los que han vivido en la época precedente, sino aun de los contemporáneos de los heresiarcas mismos: por ejemplo, Justino, filósofo y mártir; Milcíades, el sofista de las iglesias; Ireneo, el investigador exacto de todas las doctrinas; nuestro Próculo, modelo de casta ancianidad y de elocuencia cristiana. Yo quisiera seguirlos muy de cerca en toda obra sobre la fe y particularmente en ésta (5). Tertuliano se refería probablemente a los escritos antiheréticos de Justino, Milcíades y Próculo, que se perdieron. El tratado consiste en 39 capítulos. La introducción (1–6) produce la impresión de una mayor independencia. El autor expone aquí el carácter esotérico del valentinianismo; lo compara con los misterios de Eleusis y descubre por ambas partes el mismo deseo de hacer adeptos y la misma multiplicación de sectas. Alude (c.26) a su tratado Contra Hermógenes y manifiesta su intención de escribir más tarde una obra más importante sobre el mismo tema. Llama a ésta «la primera arma con que nos armamos para nuestro encuentro» (c.3); más tarde la llama «esta pequeña obra en la que nos propusimos exponer sencillamente este misterio» (c.6). «Debo dejar para más tarde – dice – toda discusión y contentarme de momento con una simple exposición... Que el lector la considere como la escaramuza que precede a la batalla» (ibid.). 5 . Sobre el bautismo (De baptismo). Esta obra es de suma importancia para la historia de la liturgia de la iniciación y de los sacramentos del bautismo y confirmación. No es solamente la primera obra sobre la materia, sino el único tratado anteniceno sobre un sacramento. Pertenece a la categoría de los escritos antiheréticos, porque su composición se debe a los ataques de una tal Quintilla, de Cartago, miembro de la secta de Cayo, que ponía objeciones de tipo racionalista y «arrastró en pos de sí a muchos fieles con su doctrina sumamente venenosa, proponiéndose ante todo destruir el bautismo» (c.1). Tertuliano le contesta con este pequeño tratado de veinte capítulos, en el que habla como un maestro a sus catecúmenos: «Un tratado sobre esta materia no será del todo inútil para instruir tanto a los que están todavía en un estadio de formación como a los que, satisfechos con su fe sencilla, no investigan los fundamentos de la tradición, y, debido a su ignorancia, poseen una fe que está a merced de todas las tentaciones» (1).

http://azbyka.ru/otechnik/Patrologija/pa...

Todo el pasado con su historia y el presente con sus realidades, humanas y divinas, visibles e invisibles, son evocados por la liturgia. Es una maravillosa síntesis, en cuyo centro está Cristo, cabeza del pueblo redimido y ofrecido al Padre por El; de manera que podemos contemplar el mundo recapitulado en El, contenido a la vez en su ser, en su ordenación y desenvolvimiento por la fuerza creadora de El y santificado por su gracia. Fue, sin duda alguna, este eminente concepto de Cristo, alma de la liturgia, el que sugirió a los antiguos el poner la imagen majestuosa y soberana, el Pantocrator, sobre el arco triunfal en los ábsides de las iglesias. Con relación a lo dicho, la liturgia puede también llamarse mistérica o sacramental, porque en sus ritos, y especialmente en la misa, expresa y actualiza el sacramento o misterio de Cristo, esto es, como dice el Apóstol, el hecho a la vez histórico y místico, divino y humano, de la encarnación, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, mediante el cual ha dado El a Dios Padre un culto perfecto. Así, pues, Cristo, Cabeza del Cuerpo místico, del mismo modo que quiere que los fieles participen de su santidad y de su gloria, así también los quiere unidos a sí en las ceremonias de su culto, bien sean las instituidas directamente por El o bien las instituidas por su Iglesia, en todas las cuales El está presente moralmente (Ubi sunt dúo vel tres congregan...); o sacramentalmente, porque sacramenta Ecclesiae specialiter habent virtutem ex passione Christi, cuius virtus quodammodo nobis copulatur per eo rum susceptionem; o personalmente, en la Eucaristía, sacramentum perfectum dominicae passionís, tanquam continens ipsum Christum passum. Podremos, pues, afirmar en general que un rito litúrgico encierra en sí la razón de verdadero acto de culto cuando es sacramental o mistérico, es decir, vivificado por los méritos de la pasión y muerte de Cristo. Cristo es, finalmente, el centro del año litúrgico. Todo el ciclo eclesiástico se desenvuelve alrededor de su divina figura, reproduciendo, como en una amplia acción dramática, los principales misterios de su vida, para mantenerse constantemente en contacto con El y hacernos asimilar mejor el tesoro de gracia que ellos poseen y que nos ha merecido del Padre.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

   001    002    003    004    005    006   007     008    009    010