Podíamos muy bien en este punto traer la historia, sumaria y conjetural en muchos aspectos, del origen y del desarrollo del rito de Roma, historia que substancialmente, por lo que respecta a los primeros siglos, se apoya en los ritos de la misa y especialmente en la oración eucarística o canon. Mas por útil que sea un resumen histórico de esta clase lo creemos superfluo, ya que toda la obra que, gracias a Dios, publicaremos, está dirigida a ilustrar la historia del rito romano en sus diferentes aspectos de eortología, del oficio, la misa, los sacramentos y sacramentales. De las demás liturgias era preciso decir siquiera una palabra, porque todas fundamentalmente están emparentadas con la romana, con la que tuvieron un origen común y con la que a través de los siglos tuvieron frecuentes y recíprocos influjos. No sería posible estudiar el rito romano en su cuadro histórico si no hubiésemos antes delineado los demás ritos litúrgicos de Oriente y Occidente, sobre los cuales ha dominado y domina él totalmente. Hecho esto, nuestro trabajo será en adelante consagrado exclusivamente a la liturgia romana; desde el comienzo de la parte tercera, que sigue inmediatamente y que estudiará los elementos de índole general que entran – unos más, otros menos – en sus múltiples expresiones rituales. Sin embargo, antes de comenzar a tratar de este punto es preciso dar un esquema. Así tenemos: 1 .° Las fórmulas litúrgicas (lengua litúrgica, texto, aclamaciones, símbolo de fe, doxologías, oraciones, letanías, prefacios, anáforas). 2 .° Los antiguos libros litúrgicos (sacramentarlos, leccionarios, evangeliarios, libros del oficio, dípticos, calendarios, martirologios, antifonarios, ordines). 3 .° Los libros litúrgicos modernos (misal, pontifical, ritual, breviario). 4 .° Los gestos litúrgicos (!os gestos sacramentales, de la plegaria, del ofertorio, de la penitencia, de la fraternidad, de la reverencia, de la conveniencia, de las procesiones). 5 .° Los edificios del culto y sus accesorios (basílica latina, iglesias bizantinas, románicas, góticas, de los tiempos más modernos, adornos, campanas y campaniles, cementerios).

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

Un nuevo impulso en Roma, no sólo al culto de los mártires, sino también al de todos los santos en general, lo dio Gregorio III en el 741 con la fundación en San Pedro de un oratorio dedicado in honorem Salvatoris, sanctae Del genitricis semperque virginis Mariae dominae nostrae, sanctorumque apostolorum, martyrum quoque et confessorum Christi, fierfectorum iustorum, en el cual los monjes basilicarios debían celebrar cada día las vigilias, y los presbyteri hebdomadarii, missarum solemnia. Sino que cien años después, en 835, Gregorio IV, como lo atestigua el escritor contemporáneo Adón (+ 874), presionaba sobre Ludovico Pío para que con un decreto real ordenase la celebración, en sus estados, de la fiesta de Todos los Santos con la fecha de 1.° de noviembre. Excurso II. El Año Litúrgico Ambrosiano Las Fuentes Las fuentes para el estudio de un año litúrgico ambrosiano no son, en general, anteriores a los siglos IX-X, la época más antigua a que se remontan los manuscritos, Noticias parciales, sin embargo, se encuentran también en los siglos precedentes. Los escritos de San Ambrosio nos dan buenos indicios para su época. Notamos al propósito los estudios de Magistretti y los más recientes y críticos de Paredi y de Frank. Se remontaría al siglo V, según Paredi, el número de prefacios genuinos del misal ambrosiano, cuya redacción él atribuye a San Eusebio, arzobispo de Milán en aquella época. Estos prefacios, por tanto, serían testimonios de las fiestas para las cuales fueron redactados; si no todos se remontan a aquella época, se pueden, sin embargo, considerar como muy antiguos. El Martirologio jeronimiano, en sus notas muchas veces confusas y equivocadas, nos da noticias para una época casi idéntica. Las notas milanesas contenidas allí fueron ilustradas por Savio, Lanzón y Delehaye. Son relativas al santoral. Para el siglo VII tenemos el Capitulare Epistolarum S. Pauli (Ms. Reginense 9 de la Vaticana), editado por Tommasi, por Giorgi y por Quentin, de cuya edición lo reeditó Leclercq.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

Distinguiremos tres épocas que nos parecen momentos claves: el siglo IX, desde Carlomagno hasta Focio el Grande, Patriarca de Constantinopla (+890); la época de la «reforma gregoriana» (siglo XI); y el tiempo de las Cruzadas. Esto nos hará recorrer rápidamente casi cinco siglos de historia. El recodo del año 800 Durante los primeros siglos, la plenitud de la Tradición – el tesoro heredado de los Apóstoles – se conservó intacto. Sin embargo, cada una de las Iglesias asimiló a su modo este contenido único, y así aparecieron ciertas dominantes diferentes, que formaron tradiciones regionales, fruto de la fusión del cristianismo con las antiguas culturas locales. Por otra parte, el Imperio Romano, donde predominaba la amalgama de culturas greco-romanas. Cuando el Imperio se cristianizó, la idea de universalidad del cristianismo se convirtió en la de un Imperio cristiano universal, presidido por el basileus (el emperador), cuya sede era ya Constantinopla. Rápidamente, la nueva capital – la «nueva Roma» fundada por Constantino en 330 – eclipsó a la antigua Roma, y la rivalidad entre las dos ciudades comenzó a hacerse sentir. El basileus tomó conciencia de su poder y su prestigio, y ejerció un control efectivo sobre la Iglesia en cuestiones materiales, y hasta doctrinales. Su influencia era decisiva para la elección del Patriarca de Constantinopla, y su aprobación era en principio necesaria para promulgar las decisiones de los Concilios. Su figura estaba aureolada de sacralidad, puesto que la Iglesia misma lo consideraba la cabeza de la sociedad cristiana, ungido de Dios, e «igual a los Apóstoles.» Es lo que los historiadores llaman el «cesaro-papismo.» Los peligros de esta visión política no dejaron de hacerse notar: si el Emperador era oportunista – o herético- – se convertía en un peligro para la Iglesia universal, y podía desatar persecuciones sangrientas, como en el caso de los emperadores iconoclastas. Pero la Iglesia resistió a las presiones, y salió victoriosa de estas pruebas.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/el-gra...

La primera noticia de esta ceremonia la encontramos en África, en San Agustín, que la considera como un sacramental y la pone en parangón con la misma comunión eucarística: Quod accipiunt (los catecúmenos), quamvis non sit corpus Christi, sanctum est tamen et sanctius quam cibi quibus alimur, quoniam sacramentum est. Por esto, su degustación no estaba limitada al ritual de la iniciación, sino que se repetía otras veces; por ejemplo, en Pascua; y un sínodo de Hipona del 393 dispone que el solitum sal sea distribuido a los catecúmenos también durante solemnissimos paschales díes. El significado alegórico de la sal, símbolo de la sabiduría divina, ya manifestado por Cristo respecto a sus apóstoles, ha dado probablemente origen al rito material. El catecúmeno debía impregnarse en adelante de la sabiduría de Dios, que da el justo tono a la vida y la preserva de la corrupción del pecado. Además, los antiguos consideraban la sal bendita como de gran valor apotropéutico para neutralizar el influjo de los espíritus malignos. La ceremonia, desconocida por la Traditio, debió introducirse entre los siglos III y IV en África, desde donde pasó después a Roma. Pero las iglesias orientales no la adoptaron. Realizadas las ceremonias dichas, se consideraba al candidato como catecúmeno, cristiano, miembro de la Iglesia, con derecho a asistir a la primera parte de la misa, en el lugar designado, hasta el sermón inclusive. Después de lo cual un diácono recitaba sobe el grupo de los catecúmenos una oración, imponiéndoles las manos, y los despedía con las fórmulas rituales: Cathecumeni, recedant! Si quis cathecumenus est, recedat! La Iniciación Ritual de los Catecúmenos en los Siglos VI-VII Es difícil precisar cuándo cesaron las ceremonias expuestas en personas adultas, para hacerlo preferentemente en los niños o adolescentes. Para Roma podemos suponer el final del siglo V, la época de Juan Diácono, o la primera mitad del VI; en otras partes, quizá también una época posterior. Para acomodarse a esta nueva situación fue compilado en Roma entre el 550 y el 600 un ordo o ritual para la iniciación de los infantes – es el XI OR de la colección de Andrieu –, derivando gran parte de las ceremonias y de las fórmulas de la pura tradición del sacramentarlo gelasiano original, compilado hacía poco; pero distribuyendo en siete escrutinios lo que antes se realizaba en sólo tres.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

Pero los siglos que siguieron a la ruptura entre Roma y Constantinopla fueron fecundos en doctrina monástica y espiritual y vieron renacer la doctrina y la práctica hesicastas. b) Hesicasmo y palamismo. El hesicasmo es una corriente o sistema espiritual de orientación esencialmente contemplativa que ve la perfección del hombre en su unión con Dios por medio de la oración incesante. Recibe el nombre del rasgo que lo caracteriza, la hesiquía (‘tranquilidad,’ ‘calma’), esto es, el retiro a la soledad y la actitud interior del alma situada en la paz y el silencio de los pensamientos, aplicada a la contemplación divina, y que viene a ser el clima y la emanación de la oración y que permite llegar a esta unión. Método antiguo y tradicional, que enlaza con los orígenes del monaquismo, tuvo su florecimiento en la tradición sinaítica de los siglos VI y VII y luego en el monte Athos. En el ambiente hesicasta nació la práctica de la «oración de Jesús.» Ésta consiste en la repetición incesante del nombre de Jesús en una especie de breve jaculatoria, que, en su forma más simple, dice: «Señor Jesucristo, ten piedad de mí,» pero que se presenta también en una forma más larga: «Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador,» u otras parecidas. La oración de Jesús será posteriormente muy divulgada en la tradición espiritual rusa. El hesicasmo, reforzado posteriormente por la corriente palamítica, tuvo sus adversarios, especialmente por parte de la corriente humanística, lo que trajo una larga controversia entre ambas tendencias, que terminó con el triunfo del palamismo en la Iglesia Ortodoxa. Simultáneamente aparecen, por un lado, algunos intentos de unión entre Roma y Constantinopla y, por otro, una serie de polémicas entre teólogos latinos y teólogos bizantinos, que durarían hasta la caída de Constantinopla en 1453. El principal promotor de la renovación hesicasta del siglo XIV fue Gregorio Sinaíta (1255–1346). Llamado así por su estancia primera en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí, ejerció su influencia espiritual en el monte Athos, pero terminó sus días en tierras búlgaras. Gregorio es el eslabón que enlaza la tradición hesicasta del Sinaí con la renovación athonita. En sus escritos, entre los más importantes de los recogidos por la Filocalia, centra su doctrina, inspirada en gran parte en san Juan Clímaco y en san Máximo el Confesor, en la guarda del espíritu y la plegaria del corazón. Enseña cómo, por la oración hesicasta, el monje puede tomar conciencia progresivamente de la gracia depositada en él por el bautismo y alimentada por la Eucaristía.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

c) La liturgia es conservadora. Ciertos ritos, ciertas fórmulas, persisten a través de los tiempos, a pesar de que, por haber cesado el motivo que las ha creado, se hayan convertido en restos de un pasado lejano. La disciplina del catecumenado, por ejemplo, ha desaparecido desde hace siglos, pero llena, sin embargo, gran parte de la liturgia de Cuaresma y de Pascua. d) La liturgia es un organismo vivo de la vida misma de la Iglesia. Por esto, quedando firme la integridad de su enseñanza y el beneplácito de la Santa Sede, crece y se desarrolla, adaptándose y conformándose a las exigencias y circunstancias que tienen lugar en el curso de los siglos. e) En los ritos, por regla general, se va del sencillo al complicado, del esencial al accesorio. El ritual del bautismo, como era en la época apostólica y como fue después, es una prueba perentoria de esto. Pero todo desarrollo tiene un límite. Cuando ha llegado a un grado excesivo, exuberante, la Iglesia, por un motivo o por otro, reacciona y vuelve en lo posible a la sencillez primitiva. He aquí el principio de las grandes reformas litúrgicas y, bajo cierto aspecto, del actual «movimiento litúrgico»: revertimini ad fontes. f) Los tiempos litúrgicos más solemnes han conservado generalmente más que los otros los ritos y las fórmulas primitivas, poniéndose así en guardia contra las adiciones o modificaciones posteriores. La liturgia de la Semana Santa y, en parte, el tiempo de Pascua, todavía rezuman substancialmente un antiguo estado litúrgico que la Iglesia siempre ha respetado. g) Un texto es tanto más antiguo cuanto se presenta con menos simetría y despojado de elementos doctrinales. Las fórmulas primitivas, en general, son demasiado simples y sin ningún carácter retórico teológico. Véanse, por ejemplo, las plegarias de la Didaché y la Anáfora de San Hipólito. h) Los elementos litúrgicos más recientes, y por lo mismo más vivos, tienden a suplantar o abreviar a los más antiguos. Así, por ejemplo, sucede en las lecturas de la misa, en las fórmulas de los prefacios, en el rito del ofertorio, que eliminó la antigua gran plegaria intercesoria.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

El plato o patena (de patere) era, juntamente con el cáliz, un utensilio esencial del banquete que servía para poner en él el pan o las viandas. Los evangelistas, en el relato de la última cena, mencionan, en efecto, la paropsis o catinum que Jesús tenía delante de sí sobre la mesa. Tal fue desde un principio la función litúrgica esencial de la patena: recibir el pan consagrado y servir de plato antes y después de la consagración para partir las sagradas especies y distribuirlas luego a los fieles. El Líber pontificalis refiere – no sabernos con qué fundamento – del papa Ceferino (203–229) que dio orden para que, delante del obispo celebrante, los ministros sostuvieran patenas de vidrio, de las cuales cada uno de los sacerdotes asistentes debía tomar la corona consagrada para distribuirla entre el pueblo. El mismo Líber pontificalis atestigua veinte años después que el papa Urbano fecit ministerio, sacrata omnra argéntea, et patenas argénteas XXV posuit, o sea que suministró para el servicio litúrgico tantas patenas de plata cuantos eran los títulos presbiterales, ya que, como fue más tarde establecido por los papas Melquíades, Siricio e Inocencio, cada sacerdote titular debía, en señal de comunión con el pontífice, distribuir a los fieles las especies por éste consagradas. Podemos creer, por tanto, que primitivamente la patena era de vidrio, como el cáliz, y que posteriormente fue cuando se fabricó con materiales más sólidos y preciosos. De ordinario tuvo forma redonda, pero podía también ser cuadrangular, como la patena de oro anexa al cáliz de Gourdon (s.VI-VII). El ejemplar más antiguo de patena vitrea que ha llegado hasta nosotros es el de Colonia (actualmente en el Museo Británico, de Londres), descubierto en 1864. Es una patena redonda con el centro deteriorado y perdido; en torno a la periferia lleva una ancha franja con escenas bíblicas de factura clásica, que se remontan a los siglos III o IV. En el año 1935, en Canosio (Umbría) fueron hallados varios vasos eucarísticos de los siglos V o VI, y con ellos cuatro patenas de plata; la más interesante tiene en el centro grabada una cruz, rodeada de una corona de palmas, y, junto al borde, la inscripción siguiente: De donis Dei sancti martyris Agapiti mater es eííx.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

A la distancia de casi dos siglos, San Ambrosio no describe de otra manera la escena de la ablución bautismal. Todos los antiguos ordines baptismi, aun orientales, convienen substancialmente con el ritual romano. Las pocas diferencias existentes se refieren solamente a los artículos de la fe, puestos más o menos de relieve en las interrogaciones, como observaba ya Tertuliano: Dehinc ter mergitamur, amplius aíiquid respondentes quam Dominus in evangelio determinavit. Tratándose de niños, respondían en su nombre los que los presentaban. Las interrogationes fidei se conservan todavía en nuestro ritual, pero extraídas del acto del bautismo. No es fácil saber cuándo sucedió esto. Probablemente alrededor de los siglos VIII-IX al menos en las Galias, ya que es en esta época cuando aparece la pregunta Vis baptizan? inserta entre las interrogaciones y la ablución. El nombre, que en nuestro Ordo precede a la primera interrogación: credis..., falta en el ceremonial antiguo, pero se encuentra ya en los gelasianos del siglo VIII. Por los testimonios antes citados, se deduce con bastante claridad que el bautismo se administraba con una triple inmersión acoplada a una triple infusión. En la práctica, la inmersión estaba limitada a la parte inferior de las piernas, que quedaban sumergidas en el agua de la piscina hasta casi las rodillas, mientras el ministro, imponiendo la mano izquierda sobre el bautizando, derramaba con la derecha por tres veces el agua sobre su cabeza, la cual después fluía a lo largo de todo el cuerpo. Los antiguos monumentos confirman esta práctica litúrgica. La triple inmersión simbólica, ya prescrita por la Didaché en homenaje al dogma trinitario y que ha permanecido como norma litúrgica en toda la Iglesia, sufrió una excepción en España y en alguna provincia de Italia, donde hacia el final del siglo V se introdujo el uso de una única inmersión, como afirmación de fe en la unidad de las tres divinas personas, contra los arríanos. La novedad fue muy combatida; más aún, fue oficialmente deplorada por el papa Pelagio I, en el 560, en una carta al obispo de Volterra, y antes de él por el papa Vigilio (540–555) a Profuturo de Braga. Más tarde, diferida la cuestión a San Gregorio Magno, la práctica fue reconocida como legítima por éj, porque, aunque contraria al uso romano, in tribus mersionibus pérsonarum trinitas, et in una potest divinitatis singularitas designari.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

V. Una nueva edición, completa y crítica, de los Padres de la Iglesia ha sido iniciada por los monjes benedictinos de la abadía de San Pedro de Steenbrugge, en Bélgica, en colaboración con la casa Brepols de Turnhout y París: el Corpus Christianorum. Esta nueva colección comprenderá, además de los escritos patrísticos propiamente dichos, los textos conciliares, hagiográficos y litúrgicos; las inscripciones funerarias, bulas, etc.; en una palabra, todo lo que resta de los monumentos escritos de los ocho primeros siglos del cristianismo. Los textos de este «nuevo Migne» se publicarán según las mejores ediciones existentes. Están en proyecto tres series: latina, griega y oriental, si bien, de momento, todo el esfuerzo editorial está concentrado en la serie latina. Dom E. Dekkers, con la colaboración de Aem. Gaar, de la Comisión del C. S. E. L., publicó, a modo de introducción, en Clavis patrum latinorum (SE III 1951), una visión de conjunto de todo el plan. Esta obra constituye la clave de toda la serie: enumera, según el orden de publicación en el Corpus Christianorum, todos los textos latinos desde los orígenes del cristianismo en Occidente hasta el Renacimiento carolingio. Los textos se imprimirán según la edición indicada en la Clavis, pero corregidos y revisados con la ayuda de manuscritos y trabajos críticos que en ella se mencionan. Cuando no exista un texto satisfactorio, el Corpus Christianorum presentará una edición completamente nueva. La serie latina constará de 2.348 obras o fragmentos, comprendidos en 175 volúmenes de formato octavo-real de unas 600 a 800 páginas cada uno. La primera parte del primer volumen se publicó en 1953. Hasta la fecha van publicados 17 tomos. La Lengua de los Padres Desde el punto de vista lingüístico, el cristianismo fue un movimiento griego hasta finales del siglo II. Durante los primeros siglos del Imperio, el griego se había extendido por todo el Mediterráneo. La civilización y la literatura helenísticas habían conquistado de tal manera el mundo romano, que apenas había una ciudad en Occidente en la que no se hablara corrientemente el griego. Incluso en Roma, en el África del Norte y en las Galias, el uso del griego prevaleció hasta el siglo III. Por tal razón, el griego debe considerarse como la lengua original de la literatura patrística . Fue suplantada parcialmente en Oriente por el siríaco, el copto y el armenio, y completamente por el latín en Occidente.

http://azbyka.ru/otechnik/Patrologija/pa...

– Et in Spiritum sanctum; 9. – Sanctam Ecclesiam; 10. – Remissionem peccatorum. 11. – Carnis resurrectionem. Textus Receptus. 1. – Credo in Deum, Patrem omnipotentem creatorem coeli et terrae; 2. – Et in lesum Christum, Filium eius unicum, dominum nostrum; 3. – Qui conceptus est de Spiritu sancto, natus est María virgine; 4. – Passus sub Pontio Pilato, crucifixus, mortuus et sepultus; 5. – Descendit ad inferos; tertia die resurrexit a mortuis; 6. – Ascendit ad cáelos, sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis; 7. – Inde venturus est radicare vivos et mortuos; 8. – Credo in Spiritum sanctum; 9. – Sanctam Ecclesiam catholicam, sanctomm communionem; 10. – Remissionem peccatorum, 11. – Carnis resurrectionem, 12. – Vitam aeternam. Como se ve, las variantes entre el antiguo símbolo romano y el actual (fextus receptus) son notables. Antes del siglo VII se encontraban esparcidas entre los diversos símbolos en uso en algunas grandes iglesias, hasta que, no sabemos por obra de quién ni en qué circunstancias, a principios del siglo VII confluyeron en nuestro textus receptus. Dónde se realizó esta elaboración es todavía un punto muy obscuro. Vacandard cree que en la Galia; Zahn, en una iglesia de la alta Italia; Burn, en la iglesia de Roma y quizá en un monasterio influyente, como el de Bobbio, todos, sin embargo, están de acuerdo en afirmar que la propagación del textus receptus en Occidente, cualquiera que sea su origen, puede considerarse como debido a los esfuerzos y al prestigio de la iglesia romana. El símbolo apostólico conservó siempre en el ritual del bautismo aquel puesto de honor que tuvo siempre desde los primeros siglos. Junto con la oración dominical se enseñaba a los catecúmenos en el gran escrutinio del A peritió aurium, y ellos debían aprendérsela de memoria para recitarla solemnemente antes de Pascua (redditio symboli). Como era una de las fórmulas sagradas, no se debía consignar por escrito, al menos hasta que duró la disciplina del arcano (siglos IV y V), sino transmitirla sólo oralmente.

http://azbyka.ru/otechnik/spanish/histor...

   001    002    003    004    005    006    007   008     009    010