Son mayores: a) El manípulo. b) La estola. c) El palio. d) El superhumeral. Son menores: a) La mitra. b) El báculo. c) El anillo. d) La cruz pectoral. La estola La estola, insignia litúrgica común a diáconos, sacerdotes y obispos, no recibe en los documentos más antiguos este nombre, sino que es llamada en Occidente orarium, y en Oriente οθνη, ωρριον . El orarium, llamado también mappa, sudarium, era en el uso profano un paño, normalmente fino, propio de las personas distinguidas, destinado a limpiarse la cara o bien a echárselo alrededor del cuello como si fuera una gran corbata. San Sátiro, hermano de San Ambrosio, escondió la eucaristía en su oratorio cuando naufragó y se lo ató al cuello... El οθνη (linteum) de los griegos era igualmente un paño de hilo bastante amplio, equivalente, más o menos, a nuestra toalla. Tal es el sentido que le da San Isidoro de Pelusio (+ 440). El orario, con el cual los diáconos hacen su servicio en los sagrados ministerios, recuerda la humildad del Señor cuando lavó y secó los pies de sus discípulos. El término estola, que en el lenguaje clásico designaba el amplio manto de las matronas, aparece con el significado litúrgico de orarium en las Galias hacia el final del siglo VI. A este cambio de una palabra por otra contribuyó quizás el haberse olvidado en los países del Norte el sentido primero de orarium, palabra que creyeron provenía de orare (hablar, predicar), por lo cual hicieron de la estola un distintivo de los predicadores. Hoc genere vestís – escribe Rábano Mauro – solummodo eis personis uti est concessum, quibus pre-dicandi officium habere convenit. Así entendida, era natural que se le aplicasen las palabras del Eclesiástico: In medio ecclesiae aperiet (sapientia) os eius et adimplebit Ulum spiritu sapientiae et intellectus, et stola gloriae vestiet illum. A partir del siglo XII, el término oraríum fue completamente abandonado, substituyéndolo el de estola. En Oriente, el uso del orarium por decisión del concilio de Laodicea, estaba prohibido a los subdiáconos y a los clérigos inferiores; según testimonio de San Juan Crisóstomo, los diáconos los llevaban ya entonces sobre el hombro izquierdo, sin ceñir.

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" Con el triunfo definitivo de la liturgia romana sobre los ritos galicanos, fuera de los países de influencia ambrosiana, desaparece también el rito tan simbólico y lleno de poesía del antiguo lucernario, para no sobrevivir más que en la vigilia pascual. El ofrecimiento del incienso durante el canto del Magníficat en las vísperas, según el cursus romano, viene, casi sin saberlo, a substituir a la antigua oblación lucernaria. El incienso vespertino, si bien se refiere más directamente al sacrificio de la tarde del Antiguo Testamento, se inspira, sin embargo, en el mismo concepto que dio origen al lucernario, queriendo representar, tanto por medio de la luz corno de los perfumes de aroma árabe, el sacrificio cruento del Calvario, donde, entre los esplendores de una santidad substancial e infinita, el Pontífice del nuevo pacto elevó al cielo, flameante como una nube de incienso, su oblación pascual por la salvación del mundo.» Las Vísperas Como antes decíamos, la costumbre de cerrar la terminación del día dominical con un oficio salmódico público, precedido en muchos lugares, si no en todas partes, de un ágape, es ciertamente anterior a la paz constantiniana. Se une, por lo demás, a aquella oración privada vespertina, cotidiana, sugerida siempre por la Iglesia y practicada efectivamente por los fieles. Añádase que, en la primera mitad del siglo IV, las florecientes congregaciones de ascetas orientales habían dado un poderoso impulso a la oración colectiva, que se convirtió después, con sus atrevidas iniciativas, en oración pública y semioficial; y no sorprenderá el que, al final del mismo siglo, el oficio de vísperas se nos presente regularmente celebrado cada domingo, y quizá cada día, en las iglesias más importantes del orbe cristiano. Dejando a un lado el Oriente, nos limitamos a traer como prueba algunos testimonios sacados de escritores occidentales. Para las Galias, San Hilario de Poitiers (+ 366) escribe: Progressus Ecclesiae in matutino misericordiae Dei signurn sunt. Para el África, San Agustín elogia la costumbre de una señora que solía dirigirse con sus esclavas a la iglesia ad vespertinos illuc hymnos et orationes; y en otras partes: Acta sunt vespertina quae quotidie solent. Para la alta Italia. San Ambrosio dice: Diei ortus psalmum resultat, psalmum resonat occasus; y en otro lugar, refiriéndose más claramente a un oficio celebrado en la iglesia, escribe: Ut qttotidie procedentes in ecclesiam... ab Ipso (se. Deo) incipiamus ei in Ipso desinamus.

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No debemos considerar la diferenciación litúrgica que venía lentamente madurando en la Iglesia, solamente como el resultado de las diversas condiciones de ambiente que hemos descrito antes, sino también como la expresión de aquellas agrupaciones particulares políticoreligiosas que constituían entonces las grandes circunscripciones en que estaba dividido el mundo cristiano. En la época del concilio de Nicea (325), estas circunscripciones se hallaban repartidas de hecho así: En Oriente, tres grandes provincias metropolitanas: Antioquía, Cesárea, Alejandría. Antioquía, la más antigua y la más célebre de todas, era un centro activísimo de vida religiosa, del que se extendía el cristianismo ampliamente por los países circunvecinos. De ella partieron los misioneros que llevaron la fe a Siria del Norte, Chipre, Asia Menor, Mesopotamia y Persia. Jerusalén entraba también por estetiempo en su esfera de influencia. Es verdad que el obispo de la antigua capital judía gozaba de honor especial; pero no tuvo una verdadera autonomía hasta después del concilio de Efeso (431). Cesárea de Capadocia, la metrópoli de la provincia central del Asia Menor, extendía su radio de acción sobre el exarcado independiente del Ponto y sobre Armenia, más allá de las fronteras del Imperio. Alejandría, finalmente, era después de Antioquía, su rival, otro de los puntos religiosos del Oriente. El concilio Niceno confirmó a su obispo la supremacía sobre las provincias de Egipto, de la Tebaida, de Libia, de Cirenaica y de la Pentápolis líbica. La nueva sede de Constantinopla no comenzó a ejercer, junto con la acción política, una eficaz influencia litúrgica antes de la mitad del siglo V, influencia que poco a poco fue haciéndose cada vez más preponderante, y en los siglos sucesivos llegó a imponerse sobre las antiguas sedes metropolitanas. Las particularidades litúrgicas propias de estas últimas, superadas por el rito bizantino, se mantuvieron, sin embargo, en las iglesias disidentes fuera del dominio de la ortodoxia, de la lengua griega y también de la sumisión política de Bizancio, como veremos pronto.

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5. Otro Hábeas, sin relación con los cuatro precedentes, era desconocido hasta hace poco. Gusta Claesson, filólogo sueco, descubrió en un manuscrito de la Biblioteca Vaticana, Codex Ottobonianus Latinus 25, saec. XIV, extractos de los tratados de Tertuliano De pudicitia, De paenitentia, De paitentia y De spectaculis. Las lecciones son en unos lugares idénticas a las del Trecense, pero en otras muestran tal independencia que es obligado admitir la existencia de un quinto Corpus. 6. Por último, recientemente se ha hecho en los Países Bajos un descubrimiento sorprendente. A. P. van Schilfgaarde y G. I. Lieftink publicaron un fragmento del De spectaculis hallado en los archivos de Keppel, hoy día en la biblioteca de Leiden. Proviene de un manuscrito del siglo IX; es, por consiguiente, anterior a todos los ejemplares de Tertuliano que poseíamos hasta el presente; ofrece un texto que no se encuentra en ninguno de los corpus mencionados arriba. Fue escrito en Colonia y originalmente pertenecía quizá a la biblioteca de la catedral. En efecto, el catálogo más antiguo (n.833) de aquella catedral menciona un manuscrito con varios tratados de Tertuliano, sin dar el nombre de su autor. Es posible que el fragmento de Keppel perteneciera a este manuscrito. Además, el catálogo de Colonia, otro catálogo de la abadía de Corbie y un manuscrito actualmente perdido, de cuyas variantes se sirvió Pamelio en su edición de Tertuliano gracias a los buenos servicios de Johannes Clemens Anglus, prueban la existencia de otro corpus. Por las primeras ediciones impresas tenemos, además, noticia de otros manuscritos que ya no existen, que tienen también su importancia para la historia del texto. La editio princeps de Beatus Rhenanus, publicada en 1521 en Basilea (R), se basa en el Codex Paterniacensis (P) y en el Codex Hirsaugiensis, hoy desaparecido, que dependía de los Cluniacenses y había pertenecido antiguamente al monasterio de Hirsau de Wurtemberg. En una tercera edición, publicada en París el año 1539, Rhenanus usó, además, un Codex Gorziensis del monasterio de Corea, cerca de Metz. Este códice, emparentado también con el grupo de los Cluniacenses, ha desaparecido. La editio princeps comprendía los tratados De patientia, De carne Christi, De resurrectione carnis, Adversus Praxean, Adversus Valentinianos, Adversus Iudaeos, De praescriptione haereticorum (Adversus omnes haereses), Adversus Hermogenem.

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Decía San Agustín a un grupo de sus fieles en la clausura de las fiestas pascuales: «Vosotros ahora tornaréis a vuestros países, y desde este momento no nos veremos más que con ocasión de las solemnidades. «Fue preciso proveer a las necesidades espirituales de aquellos fieles erigiendo en los campos pequeñas iglesias rurales, servidas por un sacerdote o al menos por un diácono, los cuales se reunían el domingo, excepto en las grandes fiestas del año, para celebrar el servicio eucarístico. Desde el principio, algún obispo se mostró reacio a conceder esta mayor libertad litúrgica. Decencio de Gubio era uno de éstos. Pero el papa Inocencio I en una famosa carta (416) lo persuadió para que se sometiera a la realidad. «En cuanto a la eucaristía –le escribía– que nosotros mandamos el domingo a las iglesias titulares, nuestro caso es diverso, porque en Roma los títulos están todavía situados dentro de la muralla urbana. Pero tú no puedes hacer lo mismo con las iglesias rurales, porque el Sacramento no debe ser trasladado a grandes distancias. Por lo demás, nosotros mismos autorizamos a los sacerdotes adscritos a los cementerios (fuera de la ciudad) a celebrar los santos misterios.» A pesar de todo, esto no bastaba; era necesario dar al sacerdote rural una justa autonomía. Vemos, en efecto, en las múltiples decisiones de los concilios de los siglos VI y VII que en seguida les fueron concedidas las facultades, hasta ahora reservadas al obispo, de bautizar, de predicar, de vigilar sobre los pecadores públicos, formar los futuros colaboradores, recogiendo en casa un núcleo de clérigos, lectores y subdiáconos. El obispo se mantenía en contacto con aquellos sacerdotes suyos, ordenados por él y distribuidos en los lugares más lejanos de la diócesis; los proveía de un stipendium de las rentas de las propiedades eclesiásticas y los visitaba periódicamente él mismo o por medio de un representante suyo. Más allá de los Alpes, éste fue durante algún tiempo (s. VI-VIII) el obispo rural, revestido ciertamente del carácter episcopal, pero sin una efectiva jurisdicción territorial, con poderes limitados y en plena dependencia del obispo diocesano.

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et sicut pontíficcrn non decet, manum quam imponit venderé, ita miníster vel notarius non debet in ordinationem eius vocem suam vel calamum venumdare. Por lo demás, el edictum, o folio de instrucciones que la secretaría pontificia consignaba a cada nuevo obispo consagrado, comenzaba con una expresa exigencia de la imposición de las manos: Quoniam... Dco annuente, per manus nostrae impositionem episcopus consecratus es... . Una ceremonia, en cambio, del todo nueva vino a asociarse a la nueva fórmula de consagración: la imposición del libro de los Evangelios sobre la cabeza del consagrando. La antigua fórmula del Líber diurnus, como el XL OR, no posterior al siglo VI, describe así la rúbrica: Postmodum adducuntur evangelia et aperiuntur et tenentur super caput electi a diaconibus. La rúbrica se refiere a la ordenación episcopal del papa; no sabemos si se hacía lo mismo cuando se trataba de un obispo. El rito simbólico, copiado del Oriente, cuyo testimonio aparece desde el 380 en el ritual de las Constituciones apostólicas, pasó en seguida de Roma a los países transalpinos codificado en el canon 2 de los Statuta Ecclesiae antigua. Otra particularidad romana mencionada a principios del siglo VIII por el XXXIV OR, análoga a la ya referida en la ordenación de los sacerdotes, es la entrega al neoconsagrado, hecha por el pontífice antes de la comunión, de la fórmula, es decir, del certificado auténtico de su normal ordenación, y de una oblata grande consagrada en la misa, de la cual separa en seguida una partecita para comulgar, reservando lo restante para su comunión en los cuarenta días sucesivos. El uso romano, imitado después también en Francia y en Alemania, se interpretaba allí simbólicamente, como recuerdo de los cuarenta días pasados por Cristo, después de su resurrección, junto con sus apóstoles, comiendo con ellos y alegrándoles con su divina presencia. El uso decayó alrededor del siglo XIII; el pontifical de la curia romana no alude ya a él. 7. El Matrimonio El Ritual Pagano La institución matrimonial descansa esencialmente en la recíproca voluntad de los dos esposos de unir la suerte de la propia vida con miras a la procreación y educación de les hijos.

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No carece de interés la opinión del historiador liberal italiano Guillermo Ferrero, quien en 1933 opinaba que: «desde 1815 y hasta 1914 Rusia sostenía el equilibrio en Europa, ya que sin contar las contiendas de 1848 y de 1870 ninguna guerra sacudió el continente europeo. Esta circunstancia permitió el libre desarrollo de todos los países europeos, mientras que la competencia de Rusia con Inglaterra en intereses asiáticos contribuía a que aquel continente se mantuviese tranquilo y alerta. La caída del zarismo en Rusia representó su alejamiento de Occidente y de Oriente y esta retirada quebró el equilibrio mundial.» En los últimos años del siglo XIX hubo en Rusia un notable desarrollo en los campos de Medicina, Economía (ver tablas ultima pagina), Ciencias, Finanzas, Literatura, Música (Alexis Tolstoi, Leon Tolstoi, Ivan Turgenev, Fiodor Dostoievsky, Anton Chejov, Piotr Tchaikovsky, Alexandr Borodin, Nicolai Rimsky-Korsakoff, Modest Mussorgsky fueron algunos de los más destacados representantes). Alejandro III -ro murió en 1894 subiendo entonces al trono su hijo, Nicolás II, el último de los Romanov, familia que durante 300 años llevaron el pesado timón del poder en Rusia. Desde el día en que siendo un adolescente de 13 años presenció el asesinato de su abuelo Alejandro II mutilado por las bombas terroristas, hasta que en Ekaterinburgo fue masacrado junto con toda su familia (e incluso con sus servidores y su medico, quienes no quisieron abandonarlo) el 17 de julio de 1918, Nicolás II pareció predestinado al sufrimiento. Por ejemplo, fue víctima de un atentado en Japón, luego, con motivo de su coronación durante una fiesta popular en Jodynka, una avalancha de publico dejo un saldo de varios cientos de muertos. Mas adelante el fracaso de la guerra de 1904, que inicio Japón y que se desenvolvió a 11 000 km. de distancia de los centros militares de Rusia (siendo quizá esta, y la revolución interna de 1905, unas de las causas de la derrota). Además del padecimiento por la hemofilia de su único hijo varón Alexis. También la guerra mundial y por fin, la segunda revolución, todo pareció juntarse en su contra. En el campo religioso: el Zar Pedro I el Grande había impedido el nombramiento de un sucesor del Patriarca, suplantando su autoridad por un Senado (Santo Sínodo) que incluía laicos y hasta ateos, con el cual el pueblo ruso, profundamente religioso y obediente, se encontraba prácticamente acefalo e incluso tendenciosamente aconsejado. El Zar Nicolás II inicio la restitución del Patriarcado, para lo cual según la Ley de Melquisedec estaba autorizado. Dicha restitución se concreto en 1918, cuando el Zar ya estaba en cautiverio.

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Como la mayoría analfabeta del pueblo fiel entendía fácilmente los textos litúrgicos y en particular las lecturas bíblicas, la Iglesia se convirtió en un elemento más de la vida de los rusos, manifestándose en la piedad, la humildad, la referencia constante a las enseñanzas de Cristo tanto en el folklore escrito como en el oral, en una multitud de expresiones comunes en las que se invoca a Dios, que ni siquiera siete décadas de ateísmo comunista militante han sido capaces de eliminar. Los campesinos rusos se daban a sí mismos el nombre de krest’iane, que en ruso moderno es el término «oficial» para los campesinos, pero que en realidad es una grafía incorrecta de khristiane, que significa «cristianos.» Incluso a comienzos del siglo XX la respuesta típica de un campesino cuando le preguntaban por su nacionalidad era: " pravoslavnyi,» es decir «ortodoxo,» en lugar de «ruso.» Príncipe San Vladimiro, Equiapostólico. El príncipe Vladimiro era hijo de Sviatoslav y de la princesa Malusha. Nació en el año 963 y fue educado por el pagano Dobrinia, hermano de su madre. En le año 972 comienza su gobierno de Novgorod. En el año 980, en plena guerra entablada por los hermanos, Vladimiro se dirige a Kiev gobernado por su hermano mayor Iaropolk. Al vencerlo inicia su gobierno en Kiev. Así, conquista Galicia, aquieta a los viatichi entabla guerras con los pechenegos y expande las fronteras de su país que llega a extenderse desde el mar Báltico en el norte y el río Bug en el sur. Tuvo 5 esposas y numerosas concubinas. En los montes de Kiev erige ídolos comenzándose, allí, a realizar sacrificios humanos. Fue entonces cuando perecieron por Cristo los variagos Teodoro y Juan. Las circunstancias en que ocurrió la muerte de estos últimos, fuertemente impresionaron a Vladimiro quien comenzó a dudar de la veracidad de la religión pagana. Invitados por el príncipe, llegaban a Kiev predicadores de diferentes países: embajadores de los búlgaros-musulmanes que poblaban las regiones del Volga, los germanos-latinos, los judíos y los griegos. El príncipe indagaba a todos ellos acerca de sus religiones y, cada uno le ofrecía convertirse a su creencia. La impresión más fuerte le produjo el predicador ortodoxo griego quien, como corolario de su prédica, le pintó la escena del Juicio Final. Entonces, Vladimiro, siguiendo el consejo de los boyardos, mandó a 10 hombres sabios, para que en los lugares de origen, examinen que religión es la mejor. Cuando estos embajadores rusos llegaron a Constantinopla, la magnificencia del templo de Santa Sofía, el canto armonioso de los cantores de la corte y la solemnidad con que el patriarca oficiaba, los conmovió hasta lo más profundo de sus almas. «No sabíamos – contaron más tarde a Vladimiro – si nos encontrábamos en la tierra o en el cielo.» También comentaron: «Si la religión griega no fuera la mejor de las creencias, no la hubiera abrazado tu abuela Olga, que era la más sabia entre los hombres.»

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Y la acción subversiva prosiguió, hasta que en el año 1917 el pueblo ruso sucumbió a las promesas de los revolucionarios. En víspera del ataque final contra Alemania bajo presión de la Duma y sin encontrar apoyo en las Fuerzas Armadas, ni en la aristocracia, ni en sus inmediatos colaboradores, el 2 de marzo el Zar abdico a favor de su hermano Miguel, paso que, según la opinión de sus consejeros, evitaría la guerra civil fratricida. El gran duque Miguel no acepto esta responsabilidad. En su diario personal el Zar Nicolás II anoto esta amarga frase: Estoy rodeado de cobardía, traición y mentira. Revolución del 1917 El «Gobierno Provisional,» políticos, miembros de la Duma – principales opositores al gobierno y artífices de la Revolución resultaron incapaces de gobernar, tampoco lograron la victoria en la guerra con Alemania ya vislumbrada y preparada. En pocos dais en Rusia reino la anarquía absoluta, agravada con la liberación de los presos políticos. Junto con ellos fueron liberados también numerosos presos criminales. La «Orden 1,» abolió toda disciplina militar, con cual dejo de existir el Ejercito como tal (y esto en tiempo de guerra!)! Lenin especuló con que la derrota de Rusia facilitaría sus planes políticos. Alemania, en guerra con Rusia, permitió pasar a través de su territorio a Lenin con sus seguidores. Alemania también invertido millones de marcos-oro para fortalecer el trabajo subversivo del partido de Lenin, traidor a los intereses de Rusia. Los datos de esta financiación, se publicaron al levantar el secreto de los archivos alemanes. Luego llegaron a Rusia desde E.U., Argentina, Francia, Inglaterra y otros países barcos enteros con toda clase de socialistas exiliados, rusos y no rusos para «profundizar y ampliar» la Revolución. La falta de autoridades competentes y su consecuente anarquía en el peor sentido de esta palabra, la avalancha de criminales (liberados desaprensivamente de las prisiones), quienes junto con soldados-desertores sin ninguna clase de inhibiciones y bien armados gozaban de impunidad y la promoción de las ideas ateas pronto pusieron al país en el caos.

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En el siglo XIX, después de que tuvo lugar el matrimonio entre el rey Guillermo II con la princesa rusa Anna Pavlovna, en el Palacio Real de La Haya apareció una capilla ortodoxa, que en Holanda la llamaban " La Iglesia Rusa " . Se han conservado evidencias de que esta capilla fue una fuente de inspiración y el lugar donde los holandeses conocían la tradición ortodoxa del pueblo ruso.   A.H.:  ¿Y cuánta parroquías hay ahora en el país?   Diác. M. Bakker:  Hoy en día en Holanda hay tres monasterios ortodoxos y 27 parroquias ortodoxas de las difenrentes Iglesias Autocéfalas: de Rusia (Patriarcado de Moscú y de la Iglesia Rusa en el extranjero), de Bulgaria, de Serbia, de Constantinopla y de Rumanía. El comienzo de la amplia difusión de la Ortodoxia en Holanda fue para los años 40, cuando dos monjes católicos, Jacobo Akkersdeyk y Andrián Korporal, fueron aceptados en la Iglesia Ortodoxa. Más tarde ellos fundaron una parroquia ortodoxa en La Haya y un monasterio en nombre de San Juan Bautista. Nosotros tenemos tres monasterio abiertos: el monasterio femenino en Asten en honor de la Natividad de la Santísima Virgen María, fundado en 1989; el monasterio masculino (desde 1999) en Himmelume de San Nicolás de Myra, y el monasterio antes mencionado en La Haya. Este último fue fundado al principio como monasterio masculino bajo la jurisdicción de la Iglesia Rusa en el extranjero, pero ya desde 1974 ha funcionado como monasterio femenino bajo la jurisdicción de la Iglesia Ortodoxa Rusa (Patriarcado de Moscú). En agosto de 1972, cuando Jacobo (Akkersdayk), obispo de La Haya, se pasó a la jurisdicción de la Iglesia Ortodoxa Rusa (Patriarcado de Moscú), se crea la diócesis de La Haya y los Países Bajos del Patriarcado de Moscú, que es encabezada por el arzobispo de Bruselas y Bélgica, Simón (Ishunin).   A.H.:  ¿Y cuándo fue establecida en Ámsterdam su parroquia?   Diác. M. Bakker:  Nuestra parroquia de San Nicolás ha existido desde 1974. Su fundador se considera un pequeño grupo de creyentes ortodoxos, que decidió consagrar la parroquia a San Nicolás, quien, por cierto, es el santo patrón de Ámsterdam.   Al principio los servicios religiosos se celebraban en una antigua capilla de la iglesia católica. Desde diciembre de 2006 nuestra parroquia está localizada en el territorio del que fue un antiguo monasterio católico de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. Ya los habitantes del sitio holandés de Jordán, en el centro de Ámsterdan, están acostumbrados a los sonidos de los cantos ortodoxos. Ellos miran con interés las procesiones religiosas que son organizadas por nuestra parroquia en los días de las grandes fiestas ortodoxas.

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