Авва Феона молитвой останавливает разбойников, собиравшихся напасть на него в его келье (cap. 6, 2/cap. 6, 4). Авва Аполлон молитвой останавливает языческое шествие, затем пространной молитвой его разрешает (cap. 8, 2629/cap. , 7:2–7). При этом можно заметить, что авва Аполлон сначала «провоцирует» молитвой конфликтную ситуацию (невозможность язычникам двигаться дальше), а затем с помощью молитвы устраняет это затруднение. В данном случае это еще и миссионерский прием. Есть еще один план – так сказать «визуально-психологический»: если инок не уверен в каком-то «визуальном факте» то он, молясь, просит удостовериться, реальность ли это или фантом. Св. Макарий, увидев в пустыне верблюда, начинает молиться – и «верблюд», оказавшийся дьявольским наваждением, рассеивается (cap. 21, 4) 668 . Авва Иоанн советует монахам молиться, если к ним пришел кто-либо: если это бесовский призрак, он тут же исчезнет (cap. 1, 60/cap. 1, 7:3). Есть и обратный пример. Дьявол хвастается преп. Макарию Египетскому , что ни одна монашеская служба не обходится без него. Авва Макарий молит Бога открыть ему, так ли это – и невидимое становиться видимым: святой видит, как во время службы по церкви скачут черти в виде мальчишек- " эфиопов» (quasi parvulos quosdam pueros Aethiopes) и мешают братии нормально молиться (cap. , 4:5) 669 . Этот рассказ, впрочем, уже предполагает и мистическую сторону молитвы. Сокровенное и мистическое назначение молитвы мы наблюдаем еще в 1-ой главе – некий подвижник, проводя целые дни в молитве, сподобился божественных откровений как в состоянии бодрствования, так и во сне (cap. 1,45/cap. 1, 6:4). В молитве авве Аполлону открывается, что его просьба о кончине преждевременна – он должен умножить число монахов в Египте (cap. 8,17/cap. , 4:7) 670 . Весь рассказ об авве Пафнутии построен на том, что, пройдя через суровые подвиги, он, молясь, просит Бога открыть, кто ему подобен в подвигах – и каждый раз он получает ответ: Господь указывает ему на этих праведников (cap. 14, ) 671 .

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En cuanto al aspecto exterior, las basílicas no mostraban nada de extraordinario. El edificio, aparte una cierta grandiosidad de mole en las más grandes, se presentaba más bien pesado, con flancos de estructura muy común en ladrillo, de arco plano, abiertas a la altura de la nave central. No obstante, cuanto más la basílica revelaba al exterior su pobreza constructiva y arquitectónica, se imponía interiormente por la suntuosidad y el esfuerzo de los ornamentos y de la decoración. El cielo raso estaba pintado y decorado; preciosos mármoles variados revestían las paredes inferiores; mosaicos policromados con fondo de oro estaban incrustados en los muros de la nave del medio y en el ábside; dos pulimentadas filas de columnas, que sostenía una riquísima viga, se reflejaban sobre el pavimento, finamente taraceado por artífices alejandrinos; cortinas de seda y de brocado y tapices históricos estaban colocados entre las columnas; una gran multitud de candelabros y de lámparas, ya suspendidos, ya apoyados, de bronce, de plata, a veces de oro, iluminados con centenares de llamitas, esparcían por la vasta aula una luz tranquila, que el oro y las piedras preciosas de los objetos sagrados – cruces, coronas, cálices, patenas – colocados sobre el altar y alrededor del ciborio reflejaban vivamente. Es interesante sobre el particular la respuesta del abad San Nilo (+ 430) a un cierto Olimpiodoro, noble bizantino, el cual, habiendo construido una iglesia, le pregunta sobre un proyecto suyo de decoración a base de escenas pastoriles, de caza, de pesca, etc. «Todo esto, responde el Santo, es muy vulgar.» Y sugería, por el contrario, el poner en el santuario una majestuosa figura de la cruz y pintar sobre las paredes las historias del Antiguo y del Nuevo Testamento , a fin de que también los neófitos pudiesen aprender a conocer las bellas acciones de los fieles servidores de Dios. La antigua iconografía basilical era, en efecto, eminentemente bíblica. Esto lo atestiguan en el 333 el peregrino de Burdeos para las basílicas de Jerusalén y San Félix de Nola para las iglesias por él construidas; y si, desgraciadamente, no nos queda nada de la decoración primitiva de las basílicas del siglo IV, los ciclos de mosaicos de los siglos V-VI todavía existentes en Santa María la Mayor, de Roma, y en San Apolinar el Nuevo, de Rávena, son una prueba de todo ello. Los objetos preferidos eran las historias de los patriarcas y los episodios de la vida del Salvador. Para estos últimos, el artista interpretaba no sólo las narraciones de los Evangelios canónicos, sino que se inspiraba con gusto también en las leyendas de la literatura apócrifa. Los mosaicos del arco triunfal de Santa María la Mayor, que contienen escenas de la infancia de Jesús, dependen ampliamente del Protoevangelio de Santiago.

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Y todo lo que ellos hubieren defendido, en unidad de pensamientos y de sentimientos, tendría que ser considerado como la doctrina verdadera y católica de la Iglesia, sin ninguna duda o escrúpulo (c.29,1). La posteridad no debería creer nada más que lo que la venerable antigüedad de los Padres ha profesado unánimemente en Cristo (c.33,2). Este principio de Vicente de Leríns demuestra la importancia que se daba ya a la «prueba de los Padres.» La primera lista de escritores eclesiásticos aprobados o rechazados como Padres de la Iglesia se encuentra en el Decretum Gelasianum de recipiendis et non recipiendis libris, del siglo VI. Después de mencionar a algunos de los más importantes Padres, prosigue el texto: Item opuscula atque tractatus omnium patrum orthodoxorum, qui in nullo a sanctae ronanae ecclesiae consortio deviarunt, nec ab eius fide vel praedicatione seiuncti sunt, sed ipsius communicationis per gratiam Dei usque in ultimum diem vitae suae fuere participes, legendos decernit (Romana ecclesia) (c.4,3). Hoy día hemos de considerar como «Padres de la Iglesia» solamente a los que reúnen estas cuatro condiciones necesarias: ortodoxia de doctrina, santidad de vida, aprobación eclesiástica y antigüedad. Todos los demás escritores son conocidos con el nombre de ecclesiae scriptores o scriptores ecclesiastici, expresión acuñada por San Jerónimo (De vir. ill., pról.; Ep. 112,3). El título de «Doctor de la Iglesia» no es idéntico al de «Padre de la Iglesia»: a algunos de los doctores de la Iglesia les falta la nota de antigüedad, pero, en cambio, tienen, además de las tres notas características de doctrina orthodoxa, sanctitas vitae y approbatio ecclesiae, los dos requisitos de eminens eruditio y expressa Ecclesiae declaratio. En el Occidente, Bonifacio VIII declaró (1298) que deseaba que Ambrosio, Jerónimo, Agustín y Gregorio Magno fueran considerados como egregii doctores ecclesiae. Estos cuatro Padres han sido llamados también «los grandes Padres de la Iglesia.» La Iglesia griega venera solamente a tres «grandes maestros ecuménicos»: Basilio el Grande, Gregorio de Nacianzo y Crisóstomo, mientras que la Iglesia romana añade a estos tres San Atanasio, contando de esta manera cuatro grandes Padres de Oriente y cuatro de Occidente. Aunque los Padres de la Iglesia ocupan un puesto importante en la historia de la literatura griega y latina, su autoridad en la Iglesia católica se basa en motivos totalmente distintos. Lo que da tan gran importancia a los escritos y opiniones de los Padres es la doctrina de la Iglesia que considera la Tradición como fuente de fe. La Iglesia considera infalible el unanimis consensus Patrum cuando versa sobre la interpretación de la Escritura (Vatic. sess.3 c.2). El cardenal Newman pone bien de relieve la importancia de este consensus y su diferencia con las opiniones privadas de los Padres, cuando dice:

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L a influencia de Orígenes no se dejó sentir con fuerza sólo en Egipto; sus ideas se extendieron mucho más allá de las fronteras de su país natal. El Asia Menor, Siria y Palestina se convirtieron en el campo de batalla de sus amigos y de sus adversarios. Es interesante observar que hasta sus mismos enemigos le deben más de lo que ellos admiten. Un ejemplo típico lo tenemos en Metodio. Los centros de esta controversia fueron dos escuelas; la primera de ellas, la de Cesárea de Palestina, fundada por el mismo Orígenes, continuó la obra del maestro después de su muerte; la otra, en Antioquía de Siria, se creó en oposición a su interpretación alegórica de la Escritura. La Escuela de Cesárea Cesárea tuvo el privilegio de servir de refugio a Orígenes al ser éste desterrado de Egipto (232). La escuela que él fundó allí se convirtió, después de su muerte, en asilo de su legado literario. Sus obras formaron el fondo de una biblioteca que el presbítero Panfilo transformó en centro de erudición y saber. Como director continuó la tradición del maestro. Allí fue donde se educaron Gregorio el Taumaturgo y Eusebio de Cesárea, y los Capadocios, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa y Gregorio Nacianceno, recibieron la influencia e inspiración de la teología alejandrina. La Escuela de Antioquía La escuela de Antioquía fue fundada por Luciano de Samosata (312) en directa oposición a los excesos y fantasías del método alegórico de Orígenes. Esta escuela centraba cuidadosamente la atención en el texto mismo y encaminaba a sus discípulos hacia la interpretación literal y el estudio histórico y gramatical de la Escritura. Los sabios de los dos centros de enseñanza antagónicos tenían conciencia de la profunda diferencia y contradicción fundamental de sus métodos respectivos. En Antioquía, el objetivo de la investigación escriturística era descubrir el sentido más obvio; en Cesárea o en Alejandría, por el contrario, la atención iba dirigida a las figuras de Cristo. Una parte acusaba a la alegoría de destruir el valor de la Biblia como historia del pasado y convertirla en una fábula mitológica; la otra llamaba «carnales» a todos los que se adherían a la letra. A pesar de todo, no existía una contradicción absoluta entre las dos escuelas; antes bien, estaban de acuerdo en toda una tradición exegética ; pero cada uno recalcaba sus propios puntos de vista. Orígenes descubre tipos, no solamente en algunos episodios, sino en todos los detalles de la palabra inspirada. Cada línea está, para él, preñada de misterio. Antioquía, en cambio, estableció como principio fundamental no reconocer, en el Antiguo Testamento, figuras de Cristo más que ocasionalmente. Admitía una prefiguración del Salvador sólo allí donde la semejanza era marcada y la analogía clara. Los tipos forman la excepción, no la regla; la Encarnación, si bien era preparada en todas partes, no estaba prefigurada siempre.

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Accepter Le site utilise des cookies pour vous montrer les informations les plus récentes. En continuant à utiliser le site, vous consentez à l " utilisation de vos métadonnées et cookies. Politique des cookies Une délégation d’higoumènes du Patriarcat de Moscou en Égypte Avec la bénédiction de Sa Sainteté le patriarche Cyrille de Moscou et de toute la Russie, à l’invitation du patriarche copte Tawadros II, une délégation de moines et de moniales de l’Église orthodoxe russe a effectué un pèlerinage en Égypte sur les sites où apparut et prospéra le monachisme chrétien durant les premiers siècles de notre ère. L’objectif était également de découvrir la vie actuelle des monastères féminins et masculins de l’Église copte. La visite avait lieu en prolongement du dialogue entre l’Église orthodoxe russe et l’Église copte, dans le cadre de l’activté de la commission bilatérale concernée. La délégation était conduite par l’évêque Porphyre de Lida et de Smorgonsk, président du Département synodal aux affaires des monastères et du monachisme de l’exarchat biélorusse. Elle se composait également de l’higoumène Julienne (Kaleda), supérieure du monastère de la Conception de Moscou, vice-président du Département synodal aux affaires des monastères du Patriarcat de Moscou ; de l’higoumène Bartholomée (Petrov), supérieur du monastère Saint-Nicolas d’Ougrecha ; de l’higoumène Victorine (Perminova), supérieure du monastère de la Nativité-de-la-Mère-de-Dieu de Moscou ; de l’higoumène Dominique (Korobeïkina), supérieure du monastère Saint-Alexandre-de-la-Neva d’Ekaterinboug ; de l’higoumène Élisabeth (Pozdniaïeva), supérieure du Couvent Marthe-et-Marie de Moscou ; de l’higoumène Michée (Baranovski), supérieur du monastère Saint-Zossime-Saint-Sabbatius du diocèse de Novogroudok ; de l’hiéromoine Hermogène (Kortchoukov), économe du monastère Zaïkonospasski de Moscou ; de l’hiéromoine Stéphane (Igoumnov), secrétaire du DREE aux relations interchrétiennes, moine du monastère Zaïkonospasski ; de la sœur Alexandra (Koupalenko), supérieure du métochion épiscopal du diocèse de Lida ; des moniales Serguïa (Gazarian) et Varvara (Rouban) et de la sœur Émilie (Tsvirova), du monastère de la Conception de Moscou. La délégation était accompagnée du prêtre Victor Koulaga, représentant du patriarche de Moscou et de toute la Russie auprès du patriarche d’Alexandrie et de toute l’Afrique, ainsi que d’évêques et de clercs de l’Église copte.

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II. APOLOGETICÄ Præparatio evangelica, lib. 1–15, 21, 21–1408. Vigeri præfatio, 9–20. Seguieri a S. Brissone notæ, 1457–1666. Ejusdem. Dissertatio de fragmentis Sanchonia-thonis, gallice, 1667–1716. Index scriptorum ab Eusebio laudatorum (FH.), 1409–10. Index analyticus, 1421–44. Demonstratio evangelica, lib. 1–10, 22, 13–792; fg. lib. 15, 791–94. Epist. nuncup. (editio 1628), 9–12. Notitia G., 11–12. Liber contra Hieroclem (Olearius), 795–868. Index analyticus, in Demonstrationem et Contra Hieroclem, 1291–1304. III. Exegetica: De nominibus hebraicis PL.. 23, 121–190. Commentaria in Psalmos (Montfaucon-Mai), 23, 65–1396 et 24 9–76. ( Ps. 119–150 .) Canones diurni ac nocturni Psalmorum, 23,1395–96. Montfaucon. Præliminaria, 9–62. Mai. De supplemento commenmarii, 63–64. In Proverbia, fg. (M.), 24 75–78. In Isaiam, 89–528. Montfaucon. Præfatio, 77–90. Generalis elementaria introductio, fg, (M.), 22. 1271–74. Eclogæ propheticæ, lib. 1–4, 1021–1262. Gaisford et Lambecii monita, 1017–22. De vitis prophetarum (Curterius), 1261–72. Canones decem harmoniæ evangeliorum, 22, 1275–99 J. Millii monitum 1273–76. Quæstiones evangelicæ ad Stephanum 1–16 (M,), 22, 879–936, cum supplemento 957–76; syr.-latine, 975–82. Quæstiones evangelica ad Marinum 1–4 (M.), 937–58, cum supplemento 1–11: 963–1006 et suppl. min. fg. 1007–16. In Lucam, 24, 529–606. Mail monitum, 527–30. In epist. ad Hebræos, fg. (Mai), 605–6. Maí. De curis biblicis Eusebii, 22, 869–74. Codicis prophetarum specimina (pailæogr.), 875–6. IV. Dogmatica: De Theophania (M.), 24, 609–90. Mai. De græcis fragmentis, 689–92. De solemnitate Paschali (M.), 693–706. Contra Marcellum, lib. 1–2 (Nolle), 707–824. De ecclesiastica theologia, lib. 1–3 (Nolle), 823–1046. H. Nolle monitum, 705–6. Opuscula, 1–14, latine (editio Sirmond). De fide adversus Sabellium, 1–2, 1047–70. De resurrectione, 1–2. 1069–1114. De incorporali et invisibili Deo, 1113–28. De incorporali, lib. 1, 1127–36. De incorporali anima, lib. 2, 1135–44. De spirituali cogitatu hominis lib. 3, 1143–46.

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Nada se sabe de la historia personal de Novaciano después de estos acontecimientos. Por razones de crítica interna, se deduce que sus obras las escribió durante la persecución de Galo o de Valeriano, después de haberse separado de sus discípulos de Roma. Sócrates (Hist. eccl.–4,28) es el primero que recoge la noticia de que murió mártir durante la persecución de Valeriano. Eulogio, obispo de Alejandría, vio a fines del siglo VI unas actas del martirio de Novaciano, que describe como obra de ficción sin valor alguno. No obstante, en el Martirologio Jeronimiano se nombra a un tal Novaciano, sin otro apelativo, entre los mártires romanos el 29 de junio. Además de esto, en el verano de 1932 se descubrió en Roma una tumba ricamente decorada, en un cementerio anónimo recién descubierto cerca de San Lorenzo en Roma. La inscripción, pintada en caracteres rojos, en buen estado de conservación, dice así: Novatiano Beatissimo Martyri Gaudentius Diac Se trata del sepulcro auténtico de un Novaciano venerado como mártir, en cuyo honor el diácono Gaudencio mandó hacer trabajos de embellecimiento en la tumba. Hay razones para suponer que tenemos aquí la tumba de nuestro heresiarca, aunque parece extraño que en la inscripción no se le dé a Novaciano el título de obispo. Novaciano fue hombre de personalidad acusada, de gran talento y erudición, aunque un tanto débil de carácter. Se formó bien en la filosofía estoica (Cipriano, Epist. 55,24), y era maestro en retórica; en su estilo se nota la influencia de Virgilio. Casi todo lo que sabemos de él lo sabemos por sus adversarios; conviene, pues, recibirlo con cierta reserva. Fabiano tendría ciertamente sus razones para ordenarle a pesar de fuerte oposición. El autor del tratado Ad Novatianum dice (c.l) que podría haber sido «un vaso precioso» de haber permanecido dentro del seno de la Iglesia. Incluso su adversario, el obispo Cornelio, en su carta al obispo Fabio de Antioquía (Eusebio, Hist. eccl. 6,43), lo llama un «hombre maravilloso,» «esta persona tan distinguida» (7), «este maestro de doctrina, este campeón de la disciplina de la Iglesia» (8), «este vindicador del Evangelio» (11). Evidentemente, Cornelio dice todo esto en tono sarcástico; con todo, sus palabras hablan mucho en favor de la reputación de que gozaba Novaciano. Es interesante que diga de Novaciano que estaba «enamorado de una filosofía diferente» (16). Efectivamente, Novaciano parece haber sido un estoico cristiano. Sus obras, en más de un lugar, revelan la influencia de esa filosofía. Novaciano fue, además, el primer teólogo romano que publicó libros en latín y es, por lo tanto, uno de los fundadores de la teología romana. Su lenguaje es culto; su estilo, esmerado y muy estudiado, pero siempre claro y sereno.

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În cldirea Societii de istorie din Rusia S.E. Narykin i Sanctitatea Sa Patriarhul Chiril au efectuat extincia timbrului potal artistic, dedicat aniversrii a 150 de ani de la fondarea Societii de istorie. La ceremonia extinciei au participat, de asemenea, eful Ageniei federale pentru comunicaii O.G. Duhovnitski i preedintele SIOP S.V. Stepain. Pe timbrul editat într-un tiraj de mai bine de 40 de milioane de exemplare este redat logotipul Societii de istorie din Rusia. Dizainul este elaborat de pictorul Alexandr Povarihin. Sanctitatea Sa Patriarhul Chiril a transmis în dar icoana cuviosului Serghie de Radonej Casei Societii de istorie din Rusia. În perioada 1866 – 1920 În Rusia a activat Societatea de istorie din Rusia. Fondatorii ei au fost istorici remarcabili, oameni de stat, oameni de cultur, diplomai. De la bun început activitatea SIR a fost patronat de Casa Regal. Peste câiva ani de activitate Societatea a cptat denumirea de Imperial. Scopul activitii Societii Imperiale de istorie din Rusia a fost publicarea cercetrilor în domeniul istoriei. Timp de 50 de ani au fost editate 148 de volume. Majoritatea dintre ele nu i-au pierdut actualitatea pân în zilele noastre. Au fost publicate materialele Comisiei Ecaterinei – predecesoarea parlamentului rus, documente ale istoriei Rzboiului pentru aprarea Patriei din anul 1812, corespondena diplomatic extins. Dup revoluia din 1917 Societatea Imperial de istorie din Rusia a fost desfiinat prin decizia Adunrii generale a Academiei de tiine din cauza insuficienei de mijloace pentru continuarea activiti sale. La 20 iunie 2012, 27 de instituii de vaz din Rusia din domeniul învmântului, tiinei i culturii, fundaiile de cercetare i mass media ai reînfiinat Societatea de istorie din Rusia în forma organizaional juridic de asociaie. Printre fondatorii Societii de istorie din Rusia figureaz: Academia de tiine a Rusiei,  MGU „M.V. Lomonosov”, Universitatea de Stat din Sanct-Petersburg, Muzeul de Stat de istorie,  Galeria de Stat „Tretiakov”, Ermitajul de Stat, Muzeul de Stat de arte plastice „A.S. Pukin”, Biblioteca prezidenial „B.N. Eltsyn”, Biblioteca de Stat din Rusia, VGTRK, „Interfax”, Fundaia de art contemporan, Fundaia „Opinia public” .a.

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Obras: Compuso un opúsculo Acerca de la alabanza del desierto y otro Acerca de la preocupación del mundo. Fue asimismo autor de unas Fórmulas de la inteligencia espiritual, unas Instrucciones a Salonio (uno de sus hijos), una Pasión del mártir san Mauricio y de sus compañeros y una Epístola al obispo Salvio. Euquitas Ver Mesalianos. Eusebianos Secta arriana extrema formada por los seguidores de Eusebio de Nicomedia. Ver Arrio; Eusebio de Nicomedia. Eusebio de Cesárea Vida: Nació hacia el 263 en Cesárea. Educado por Panfilo, con cuyo nombre gustaba de ser llamado, huyó a Tiro durante la persecución de Diocleciano y de allí al desierto de la Tebaida, donde fue capturado y encarcelado. En el 313 fue nombrado obispo de Cesárea. Favorable a un entendimiento en el conflicto provocado por la herejía de Arrio, escribió varias cartas en favor de la ortodoxia de éste e influyó en el sínodo de Cesárea que declaró conforme a la fe la confesión de Arrio. Al rechazar una fórmula dirigida contra el arrianismo, se vio excomulgado por un sínodo de Antioquía (325). En el concilio de Nicea (325) trató de mantener una política conciliadora que proponía el reconocimiento de la divinidad de Cristo en términos bíblicos y el rechazo de la doctrina homoousiana de Atanasio. Aunque firmó el símbolo conciliar pesó en ello más el deseo imperial que la convicción. Poco después hizo frente común con Eusebio de Nicomedia e intervino en los sínodos de Antioquía (330) y de Tiro (335) que, respectivamente, depusieron a Eustacio y excomulgaron a Atanasio. Amigo íntimo del emperador, influyó posiblemente en él para que dictara medidas contra los obispos ortodoxos. Murió hacia el 339 ó 340. Obras: De enorme erudición, Eusebio dedicó su atención al terreno del panegírico (Vida de Constantino, A la asamblea de los santos, Alabanzas de Constantino), de la apologética (Introducción general elemental, Preparación evangélica, Demostración evangélica, Teofanía, Contra Porfirio, Contra Hierocles), de la exégesis (Los cánones evangélicos, El Onomásticon, Preguntas y respuestas sobre los Evangelios, Comentario sobre los salmos, Comentario de Isaías, Acerca de la Pascua, etc.), del dogma (Defensa de Orígenes, Contra Marcelo, Acerca de la teología eclesiástica), de la oratoria sagrada, epistolar y de la historia, siendo precisamente en este último donde realizaría sus aportaciones más notables (Crónica, Mártires de Palestina y, sobre todo, su Historia eclesiástica).

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Las ruinas de un palacio van surgiendo también entre los escombros. Todo el conjunto de un patio, estrecho y rectangular, rodeado de algunas estancias con paredes muy gruesas, apenas si merece el nombre de palacio. Tal como Sikem aparecen las demás ciudades de Canaán, cuyos nombres hemos oído con tanta frecuencia y ante las cuales tanto temor sentían los israelitas. Salvo algunas excepciones, las notables construcciones de aquella época nos son bien conocidas. La mayor parte de ellas fueron descubiertas en las excavaciones de los últimos treinta años. Permaneciendo ocultas durante milenios; mas ahora aparecen ante nuestra vista tal cual eran. Entre ellas existen muchas ciudades que los patriarcas vieron con sus propios ojos: Bet-El y Mispa, Guerar y Lakis, Geser y Gat, Asquelón y Jericó. Tal es la cantidad de materiales que existen hasta el tercer milenio antes de J.C., que si alguien quisiera escribir la historia de la arquitectura de las edificaciones de defensa y de las ciudades de Canaán no tendría mucho trabajo. Las ciudades de Canaán eran plazas fortificadas, fortalezas de refugio en caso de guerra, ocasionada estas por las rápidas incursiones de las tribus nómadas, ya por las enemistades entre ciudades vecinas. Las poderosas murallas rodeaban un espacio limitado, cuya superficie apenas era mayor que la plaza de San Pedro en Roma. Toda plaza fuerte estaba surtida de agua, pero ninguna de ellas hubiera podido subsistir de manera permanente con una población numerosa. Al lado de los palacios y de las metrópolis de Mesopotamia estas ciudades carecen de importancia; cada una de la mayor parte de las ciudades de Canaán hubieran podido caber cómodamente dentro de los confines del palacio de los reyes de Mari. En Tell-el-Hesi, seguramente el bíblico Eglon, la antigua muralla ceñía una superficie de media hectárea. La de Tell es-Safy (la antigua Gat), 5 hectáreas; la de Tell el-Mutesellim (la antigua Meguiddo), más o menos lo mismo; la de Tell el-Zakariyah (el Azeka bíblico), menos de 4 hectáreas; Geser (en el camino de Jerusalén al puerto de Haffa) tenía 9 hectáreas de zona edificada. Hasta en el reconstruido Jericó, el espacio rodeado por el muro interior, lo que era propiamente la acrópolis, tenía sólo una superficie de 2,35 hectáreas. Y Jericó era una de las fortalezas más importantes del país.

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