- Quindi si è trattato di un isolamento, non di uno scisma? - Non esiste uno scisma formale. Si tratta piuttosto di uno status isolato in cui la Chiesa continua semplicemente a esistere da sola. - Allora, forse possiamo sperare che un giorno la Chiesa assira d " Oriente possa ritornare alla comunione e all " unità con la Chiesa ortodossa russa e forse con le altre Chiese Ortientali, nonché quelle della famiglia ortodossa? - Questa è davvero la nostra speranza, soprattutto nel nostro dialogo bilaterale con la Chiesa ortodossa russa. Spero che arriveremo al giorno in cui potremo avere la comunione reciproca e il riconoscimento dei sacramenti. Naturalmente, per quanto riguarda la Chiesa russa, poiché fa parte della famiglia ortodossa, il ripristino della comunione dovrebbe essere una decisione della famiglia ortodossa. Ma non credo che ci siano ostacoli teologici che possano impedire che ciò accada. Tuttavia dobbiamo discutere di teologia e di cristologia e chiarire queste cose. Con le antiche Chiese orientali forse dovremo lavorare di più, perché la nostra cristologia è diofisita (il concetto cristologico secondo il quale la natura divina e quella umana si riconoscono nella persona di Gesù Cristo. È sostenuto dai cristiani ortodossi - ndr), e non miafisita (la dottrina dell " unità senza confusione e separazione della natura divina e umana in Cristo, sostenuta dalle Antiche Chiese Orientali - ndr). In questo senso siamo più vicini al testo del Concilio di Calcedonia. Ma speriamo ancora che un giorno potremo aprire un dialogo con i copti e con le antiche Chiese orientali in generale. - Cioè, per quanto ho capito, non ci sono ostacoli canonici rigidamente stabiliti alla comunione e all " unità. - In rapporto a quale Chiesa? - Russa, in particolare, ma generalmente quella ortodossa. E poi anche alle Chiese Orientali. - Non credo che ci siano ostacoli del genere. Sicuramente, nel caso degli ortodossi, dobbiamo guardare alle formulazioni cristologiche del Concilio di Efeso. Certamente ci furono condanne ad Efeso che la nostra Chiesa successivamente decise di non accettare. Per accettazione intendo la ricezione formale di quelle formulazioni. Per quanto riguarda la famiglia delle Chiese d’Oriente, c " è ovviamente il Concilio di Calcedonia: anche se non l " abbiamo accettato formalmente, confessiamo i canoni del Concilio di Calcedonia. E alcune formulazioni cristologiche o teologiche sono diventate parte della nostra tradizione canonica; anche se in modo non ufficiale, ma ci sono. Siamo quindi molto più vicini alle formulazioni calcedoniani, soprattutto sulle due nature in Cristo.

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Como se sabe, el zar Boris de Bulgaria, se bautizó en 864. Comenzaron a bautizarse también sus súbditos. Primeros predicadores del cristianismo en Bulgaria fueron los misioneros griegos, así como la primara jerarquía – obispos y sacerdotes. El temor de caer en una dependencia política y religiosa de Constantinopla hizo que Boris buscara la alianza con la iglesia de Roma, mas todavía porque los predicadores latinos ya llegaron en Bulgaria. Boris en 865 mandó una embajada al papa Nicolás y pidió que envíe a Bulgaria a sacerdotes latinos. Nicolás se alegro y envió a obispos y sacerdotes. Después de esto la jerarquía griega fue expulsada de Bulgaria y su lugar ocupó latina. Los obispos y el clero comenzaron a introducir en las iglesias recién creadas sus errores. Así ellos hacían de nuevo la oleouncion de los búlgaros bautizados, diciendo que la anterior no es valida, pusieron el ayuno en sábado en lugar de miércoles, permitieron los lácteos durante la primera semana de Cuaresma; a los sacerdotes griegos casados llamaban ilegales; enseñaban que el Espíritu Santo proviene de Padre e Hijo etc. Estas acciones del papa y la conducta del clero latino en Bulgaria causaron una mala impresión en Constantinopla. Fotio reunió un concilio local, condenó a todos los romanos y notificó de esto, a todos los patriarcas orientales, con una carta general, invitándolos a un nuevo concilio para ver los problemas de errores de la iglesia de Roma. El concilio se abrió en Constantinopla en 867. Estaban presentes los representantes de los patriarcas orientales, muchos obispos y el mismo emperador Miguel, con su cesar Basilio el Macedonio. Fotio concretamente reveló ante el concilio todos los errores de la iglesia de Roma y propuso destituir del trono al papa Nicolás, lo cual se decidió pedir que haga el emperador Luis. Las discusiones entre las iglesias pronto tomaron otro cariz. El emperador Miguel III fue muerto gracias a las intrigas de Basilio el Macedonio, quien se hizo emperador. En sus planes políticos no entraba la ruptura con papa, por eso, decidió destituir a Fotio y reinstalar a Ignacio.

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Fijar la duración del período penitencial es propio también del obispo en esta época, el cual determina la medida y las modalidades: a praepositis sacramentorum (el penitente) accipiat satisjactionis suae modum, teniendo presente la cualidad y la gravedad de la culpa. Este criterio lo encontramos canónicamente determinado por el Concilio III de Cartago así: Ut poenitentibus secundum dijferentiam peccatorum, episcopi arbitrio, poenitentiae témpora decernantur. No parece por esto que en África, y ni siquiera en Roma, existiese una medida penitencial; ésta era dada al prudente juicio del obispo, episcopi arbitrio, al cual correspondía tener en cuenta las circunstancias y, sobre todo, las disposiciones del pecador. Si era joven, era precisa mayor discreción: luvenibas – amonestaba el concilio de Agde (506) – poenitentia non facile committenda ese propter actatis fragilitatem (en. 15); con los avanzados de edad había que tener en cuenta senilis aetatis intuitum, et periculorum quorumque aut aegritudinis necessitates; con los fervorosos, en cambio, se podía ser más indulgente, ya que, al decir de San Agustín, in actione poenitentiae non tam consideranda est mensura temporís quam doloris. En general encontramos en la práctica penitencial del siglo IV un sentido de mayor indulgencia en relación con los siglos precedentes. Sin embargo, mientras en Oriente ningún concilio conoce ya la pena de negar la comunión en peligro de muerte, en Occidente la encontramos todavía sancionada por los cánones del concilio de Elvira (303), de Arles (314; en. 14 y 22), de Sárdica (343; en. 2) y de Zaragoza (320; en. 2). No existía el peligro, presentado ya por los rigoristas y los novacianos, de que la posibilidad indefinida de remisión pudiese dar lugar a la relajación, dando alas al pecador. La vida cristiana, en efecto, se mantenía en alto tono de austeridad, y la abundante mies de mártires en la persecución de Diocleciano es una prueba elocuente. Pero al final del siglo IV, y más todavía en el siguiente, las costumbres y la intensidad de la fe van decayendo rápidamente en la sociedad cristiana. Tres fueron las causas principales: a) la afluencia de muchos ricos a la Iglesia, atraídos por los privilegios que otorgaba la ley al grupo cristiano; b) el escándalo permanente de las controversias doctrinales, que degeneraban en verdaderos conflictos entre una y otra parte del alto clero, controversias acompañadas de graves derivaciones heréticas (arrianismo, nestorianismo, etcétera); c) el abuso de los catecúmenos de diferir el bautismo, y de los pecadores bautizados la penitencia, hasta el fin de la vida. Contra este abuso vemos encenderse el celo y la elocuencia de los pastores de almas, pero con escaso provecho.

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La obra de Vladímir Lossky (1903–1958) representa el asentamiento de la renovación patrística, de la asunción del apofatismo y de los elementos fundamentales de la Ortodoxia. Para él, el verdadero camino teológico exige la expresión simbólica de la experiencia cristiana, que es muerte y resurrección en Cristo y transfiguración en el Espíritu. De ese modo la teología es necesariamente mística. Su obra principal, escrita en francés y que ha sido traducida al castellano, Teología mística de la Iglesia de Oriente, ha enseñado a muchos occidentales católicos a penetrar en el corazón de la Ortodoxia. Otro teólogo de San Sergio que ha conocido una notable difusión es Paul Evdokimov (1900–1970), quien coincide con Lossky – a pesar de sus divergencias – en la noción de una teología inseparable de la liturgia, del amor activo, del profundizamiento ascético y espiritual. Evdokimov, con un estilo bastante difuso, entusiasta de la sofiología, de la cual dice ser «la gloria de la teología ortodoxa actual,» es un teólogo de la belleza de Dios (El arte de icono. Teología de la belleza, Madrid 1991). Sus obras, en francés, son bien conocidas también en ambientes católicos. De carácter general tiene: La Ortodoxia (Barcelona 1968). También: El conocimiento de Dios en la tradición oriental (Madrid 1969). De San Sergio salieron también, para enseñar en San Vladimiro de Nueva York, los destacados profesores Schmemann y Meyendorff. Alexander Schmemann (1921–1983) escribió sobre todo sobre teología litúrgica: Introduction to Liturgical Theology, 1966; Pour la vie du monde, 1968; Le Grand Caréme, 1974. De carácter general, ha escrito Le chemin historíque de l’Orthodoxie, 1995, y, con relación a la Iglesia Ortodoxa frente al mundo moderno, Church, World, Mission. Jean Meyendorff (1926) ha estudiado especialmente y traducido a san Gregorio Palamás y tiene publicada una síntesis teológica: Byzantine Theology, Historical Trends and Doctrinal Themes, 1974 (existe traducción francesa e italiana). Historiador del pensamiento teológico, da una visión general de los conceptos cristológicos después del Concilio de Calcedonia en Le Christ dans la théologie byzantine, 1969. Tiene también una obra de carácter general: La Iglesia Ortodoxa ayer y hoy (Bilbao 1969).

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Из всех этих трактатов наиболее важное значение в поступательном движении отечественного богословского учения имеют трактаты о преданиях и о благих делах, каковые пункты догматического учения в допетровский период сравнительно с другими пунктами последнего не были раскрыты. Учение Стефана вообще – православно. Увлечение латинским богословием у него обнаруживается, по нашему мнению, единственно в учении об удовлетворении за «долг временного наказания» (в трактате о «благотворении преставльшимся»); остальные выражения Стефана, напоминающие папистическое учение, легко могут быть объяснены простой неточностью изложения. ученым образцом для Стефана служило сочинение Беллярмина «Disputationes»: почти все трактаты его написаны под руководством последнего сочинения; так, трактат о преданиях (важный для нас в данном случае) составлен под влиянием отделов указанного сочинения Беллярмина – «de vebri Dei interpretation» (lib. III primae controversiae generalis tomi ptimi), De verbo Dei non scripto (lib. IV primae controversiae generalis tomi primi), de consiliis et ecclesia (lib. I prime controversiae generalis tomi secundi) u de conciliorum auctoritate (lib. II primae controversiae generalis tomi secundi). У нас под руками находится московское издание 1843 г., исправнейшее из всех московских изданий. 657 По Феофану Христос присутствует на законном соборе как «правитель и помощник»: Hujus modi igitur sancto conventui derectorem et auxiliatatorem interesse Christum, ex fide promissionis ipsius minime dubitandu u est. Proleg. § 285 p. 269). По нему же Св. Дух и благодать Христова соприсутствуют (assistere) законному собору: Et quod maximi moment est, Spiritus Sanctus et gral.a Christi assistit concilio legitimo (Proleg. § 285 p. 268). Стефан присутствие Христа на законном соборе доказывает главным образом текстом Мф. 18:20 «Иде же есть два или трие, собрании во имя Мое, ту есмь посредь их» (III том, стр. 54), а присутствие Св. Духа доказывает главным образом вормулой апостолького собора «Изволися святому Духу и нам» (т.

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- Naturalmente ci sono stati molti programmi umanitari. La Chiesa assira dell " Est ha un " organizzazione di beneficenza, l " Assyrian Church of the East Relief Fund, e abbiamo aiutato i musulmani in Iraq ovunque ce ne fosse bisogno. Teniamo conferenze, dialoghi e vari incontri nel Paese, soprattutto nella regione del Kurdistan iracheno, a Baghdad, la capitale dell " Iraq, così come in altre parti del Paese. La comunicazione avviene abbastanza spesso. Quindi siamo in buoni rapporti con i nostri vicini musulmani. E in generale, stiamo portando insieme il peso di ciò che sta attraversando il Paese, perché tutti gli iracheni stanno davvero soffrendo in questo momento. - La Chiesa ortodossa russa è coinvolta nel dialogo e nell " assistenza? - La Chiesa Ortodossa Russa ha dato il suo contributo sia in Iraq che in Siria. Prevalentemente in Siria. - Della Chiesa assira d " Oriente si dice che essa appartiene alla tradizione pre-efesina (prima del Concilio ecumenico di Efeso – ndr). È l’unica Chiesa a professarlo? E se sì, con quali Chiese mantiene la comunione? - Ha ragione, la Chiesa assira d " Oriente viene chiamata nel contesto contemporaneo la Chiesa pre-efesina. Siamo infatti una Chiesa unica nel senso che non siamo formalmente in comunione con nessun " altra Chiesa. Non apparteniamo né alla famiglia delle Chiese Ortodosse, né alla famiglia delle Antiche Chiese Orientali, perché le Antiche Chiese Orientali sono precalcedoniane: riconoscono il Concilio di Efeso (3° Concilio Ecumenico del 431 - ndr), ma non il Concilio di Calcedonia (4° Concilio Ecumenico del 451 - ndr). Per loro è un punto di separazione. Per noi, invece, il punto di separazione, se vogliamo, è il Concilio di Efeso. Ma anche allora non ci sono stati anatemi formali tra noi e la Chiesa ortodossa russa, non abbiamo vissuto il Grande Scisma del 1054. Non vi abbiamo mai partecipato. In realtà la nostra Chiesa, trovandosi nell " impero persiano, non ha mai fatto parte dei Concili ecumenici. Anche di Nicea e di Costantinopoli (dei primi due Concili ecumenici - ndr) abbiamo avuto notizie solo dopo diversi decenni. Quindi a causa di questo, se così posso chiamarlo, isolamento o lontananza dall’Impero Romano, la correlazione della dottrina con le definizioni dei Concili ecumenici è diventata per noi un problema solo più tardi, quando abbiamo dovuto accettare o non accettare la Consigli.

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b) Aspecto jerárquico de la Iglesia En los primeros siglos del cristianismo, el obispo que presidía una comunidad cristiana, escogido por ella y consagrado por los obispos de las comunidades vecinas, ejercía su autoridad no por encima de la Iglesia o sobre la Iglesia, sino en la Iglesia. Y entre las diversas iglesias locales había estrechos lazos de comunión. Por medio de cartas o visitas expresaban la comunión en la misma fe. Esa comunión se manifestaba también en la consagración de un obispo, para la cual se reunían diversos obispos (el Concilio de Nicea, en 325, establecerá que el obispo ha de ser ordenado por un mínimo de tres obispos de la propia eparquía o provincia). Y cuando surgía una cuestión, los obispos de una misma región se reunían para dirimirla. El canon 5 del Concilio de Nicea establecerá también que los obispos de cada provincia se reúnan dos veces al año. Así, las grandes decisiones son tomadas colegialmente dentro de una Iglesia todavía muy local. Así surgen los concilios locales y la colegialidad de los obispos, al ejemplo del colegio apostólico. Posteriormente serán también los concilios generales, de todo el imperio, o ecuménicos. Gradualmente van apareciendo los centros de primacía. La jerarquía de las sedes episcopales vino por dos factores: la apostolicidad y la importancia civil. El origen apostólico daba prestigio y certeza en la verdad de la doctrina. Entre las comunidades de origen apostólico, gozaba de una veneración especial la ciudad santa de Jerusalén, aunque no tuvo poder jerárquico hasta el Concilio de Calcedonia, en 451. El canon 7 de Nicea decía: «Es una costumbre establecida y una antigua tradición que el obispo de Jerusalén sea tratado con un honor especial; por eso gozará de la presidencia de honor, pero de manera que la metrópoli de Cesárea conserve la dignidad a que tiene derecho.» Otras ciudades apostólicas eran – aparte, por ejemplo, ciudades de Asia Menor o de Tracia –: Roma (Pedro y Pablo), Alejandría (Marcos) y Antioquía (Pedro). Pero dichas ciudades son, a la vez, y en este orden de importancia, las capitales del mundo de entonces, a la par que son centros difusores del cristianismo. Roma tiene el primer lugar de honor como capital del Imperio, por su importancia civil. Pero no por su origen apostólico, ya que la apostolicidad no confería otra autoridad particular que no fuera el honor.

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En el principio de 1862, Pío IX editó una bula en la cual declaró la organización de una nueva «congregación de propaganda de los asuntos de ceremonia oriental» ya que la existente congregación general de propaganda es ocupada por otras misiones y se ocupa poco de trabajo necesario en el oriente ortodoxo. En el manual de la congregación papa declara que no solo no tiende a la destrucción del orden de servicios religiosos y ceremonias de la Iglesia Oriental, sino, todo lo contrario, ordena conservarlos. En 1868, Pío IX emprendió un intento más. Pensando reunir en Roma un concilio para discutir el nuevo dogma sobre la infalibilidad del papa, envió una nueva epístola a los obispos de la Iglesia Oriental, con la invitación al concilio y expresando su deseo que se subordinen a la iglesia de Roma. El patriarca de Constantinopla Gregorio VI no aceptó esta epístola. Los intentos de los papas de subordinar a ellos la Iglesia oriental, en tiempos modernos sufrían fracasos. En los últimos decenios, los papas, particularmente ponen en relieve la ceremonia oriental, en la cual hasta se permite el Credo ortodoxo (de Nicea). Relaciones reciprocas del papado con los estados católicos El concilio Tridentino y la aparición de la orden de jesuitas dieron al papado la posibilidad de restituir su importancia, que vaciló con la Reformación. Después de la paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la lucha larga por las verdades religiosas, la importancia del papado en el mundo católico empezó a declinar paulatinamente. Desde la mitad del s. 17, los soberanos católicos, en las relaciones internacionales y guerras, comienzan a guiarse por los principios de la separación política y el equilibrio de los estados. En consecuencia, los intereses de la política eclesiástica de los papas, pierden para ellos todo significado. Los soberanos, concentrándose en los intereses de sus estados, comienzan a pasar por alto los asuntos de la iglesia e ignoran los deseos papales. Dentro de sus posesiones, ellos tratan de colocar a su poder fuera de toda dependencia en asuntos civiles ó eclesiásticos.

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Eliminado el uso judaizante de los cuartodecímanos la controversia pascual entró en una segunda fase. Admitido que la Pascua de Resurrección se debía celebrar en domingo, quedaba por determinar en cuál. Ahora sobre este punto surgían otras no pequeñas diferencias. Las iglesias de la provincia de Siria, que tenían por cabeza la antioquena, aceptando el cómputo hebraico, escogían generalmente para la Pascua la dominica que seguía inmediatamente al 14 de Nisán; por lo cual sucedía muchas veces que la Pascua caía antes del equinoccio de primavera (21 de marzo). Este inconveniente se verificaba también en algunos occidentales (protopascuales). En cambio, en Alejandría y Roma, donde una tal dependencia de los hebreos debía parecer humillante, se había comenzado desde el siglo III a calcular la fecha de la Pascua con cómputos propios, independientemente del sistema judío, pero de forma que la fiesta no cayese nunca antes del equinoccio. Pero aquí, sin embargo, surgían nuevos contrastes; porque mientras los alejandrinos, según el ciclo de diecinueve años, atribuido a Anatolio, fijaban el equinoccio el 21 de marzo, los romanos, siguiendo el ciclo de Hipólito, lo anticipaban al 18 de marzo, de donde surgían disputas y disensiones infinitas, que trascendían hasta los paganos, los cuales las hacían tema de irónicos comentarios. A allanar estas divergencias vino en buena hora el concilio de Nicea (325). De la discusión habida y de las decisiones tomadas nos quedan en dos cartas: una de los Padres del concilio a la iglesia de Alejandría; la otra, del emperador Constantino a todos los obispos, en la cual, después de haber deplorado las disensiones acerca de una fiesta tan insigne, les exhorta a abrazar el uso seguido en Roma y Alejandría y en la gran mayoría de las iglesias, tanto orientales como occidentales. De estas cartas y de cuanto narra San Atanasio, testimonio ocular. se deduce bastante claramente cuál fue el pensamiento del concilio, es decir: a) que la Pascua debía caer siempre en domingo;

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The process of ‘de-laicisation’ of the general councils, however, does not always goes smoothly. In the Russian Church, for instance, some ultimately conservative circles resist it as if it would be betrayal of Orthodoxy. This resistance is rather a paradox. Indeed, laicisation of the conciliar institution of the Church, as it was said earlier, was a trend inspired by the socialist movements of the beginning of the XX century. These movements were liberal and eventually strengthened secularism in the societies and, in some cases, went as far as to the military atheism. When the Church applied laicisation to her conciliar institutions, she in fact absorbed liberal values. Nowadays, those who fervently support the laic element in the conciliar system, are ultimate conservatives who pretend to be keepers of an uncompromised Orthodoxy. They do not realise that what they support is in fact a foreign, socialistic and liberal influence upon the Church happened in the period of the social transformations in the beginning of the XX century. Of course, what is said above does not mean that the Orthodox Church is strictly hierarchical and lacking laic participation. This is especially clear on the level of elementary communities. Participation of laity in the life of the elementary communities is so active that sometimes it goes too far. It often happens that priests in the communities are fully subjected to the laic communal councils, without right to have a say. This especially happens in the communities where priests do not have any other income but from their parishioners. This is often the case in the United States and other countries where the Churches are not sponsored by the State. There, many parishes are ruled by rich benefactors practically ruling the parish and not by the parochial priests. ‘Democratic’ elements, as contrary to the principle of hierarchy, exist not only on the level of elementary communities, but also on the level of entire Local Churches. For instance, in some independent or ‘autocephalous’ Churches, the ties between the dioceses and their administrative centre are rather loose. A good example in this regard is the Church of Greece, where the diocesan bishops (in Greece they have title of Metropolitans) enjoy much of independence from their Primate, who is not even considered to be a Head of the Church, but just a president of the Synod. His abilities to impose his will upon the Synod are very limited. Owing to this ‘synodal’ system the Church of Greece is administrated not as a unified single Church with a powerful primate, but rather as a confederation of dioceses with quasi-autocephalous diocesan bishops.

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