песенные жанры духовного содержания - кантиги и вильянсико. Кантигами (cantiga, cantica) в И. и Португалии до сер. XV в. назывались монодийные песни на различные тексты. Большинство сохранившихся произведений этого жанра (только они дошли с нотацией) написаны на тексты христ. содержания на португальско-галисийском наречии и входят в сб. «Cantigas de Santa María», составленном между 1270 и 1290 гг. по инициативе кор. Альфонса X Мудрого. Сборник сохранился в 4 списках XIII-XIV вв. (из них 3 нотированных: Scorial. T. j. 1; b. I. 2; Matrit. Bibl. Nac. 10069), в общей сложности в них содержится более 400 произведений. Большая часть текстов кантиг является повествованием о чудесах Девы Марии (cantiga de miragres), 1-я и каждая 10-я кантига - Ее восхвалением (cantiga de loor). Кантига состоит из неск. строф (estrofas), в начале и в конце каждой строфы помещен рефрен (estribillo). Строфы, как правило, разделены на 2 части: вуэлту (vuelta, букв.- поворот) с особой мелодией и мудансу (mudanza, букв.- изменение) на ту же мелодию, что и рефрен; длина строки и количество строф варьируются. По метрическому строению большинство кантиг совпадает с арабским жанром заджал (некоторые исследователи усматривают связь с этим жанром появившегося в XV в. вильянсико), по мелодическому строению - с франц. виреле; отмечают также родство кантиг с итальянской баллатой. Списки сборника содержат миниатюры с изображениями кор. Альфонса, писцов, музыкантов и, возможно, певцов. Из содержания миниатюр следует, что кантиги исполнялись на один или несколько голосов с аккомпанементом 1, 2 или группы инструментов (всего изображено свыше 40 видов инструментов). Вероятно, нек-рые произведения этого сборника являются переработками испан. кантиг светского содержания, а также песен, рондо и кондуктов франц. трубадуров, в т. ч. произведений Готье де Даржи, Кадене, Монжа де Монтодо, Иоанна де Гарландиа , Готье де Куанси. Мн. франц. трубадуры в XII-XIII вв. благодаря тесным политическим связям И. с южнофранц. дворами были придворными музыкантами в Кастилии и Арагоне.

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2 . El Credo o Exposición de la fe. Gregorio compuso un breve símbolo que, aunque se limita al dogma de la Trinidad, es notable por la exactitud de sus conceptos: Hay un solo Dios, Padre del Verbo viviente, de la Sabiduría subsistente, del Poder y de la Imagen eterna; Engendrador perfecto del perfecto Engendrado, Padre del Hijo Unigénito. Hay un solo Señor, Único del Único, Dios de Dios, Figura (carácter) e Imagen de la Divinidad, Verbo Eficiente, Sabiduría que abraza todo el universo y Poder que crea el mundo entero, Hijo verdadero del verdadero Padre, Invisible del Invisible, Incorruptible del Incorruptible, Inmortal del Inmortal, Eterno del Eterno. Y hay un solo Espíritu Santo, que tiene su subsistencia de Dios y fue manifestado a los hombres por el Hijo: Imagen del Hijo, Imagen Perfecta del Perfecto, Vida, Causa de los vivientes, Manantial Sagrado, Santidad que comunica la santificación, en quien se manifiestan Dios Padre, que está por encima de todos y en todos, y Dios Hijo, que está a través de todos. Hay una Trinidad perfecta, en gloria y eternidad y majestad, que no está dividida ni separada. No hay, por consiguiente, nada creado ni esclavo en la Trinidad, ni tampoco nada sobreañadido, como si no hubiera existido en un período anterior y hubiera sido introducido más tarde. Y así ni al Padre le falló nunca el Hijo, ni el Espíritu Santo al Hijo, sino que, sin variación ni mudanza, la misma Trinidad ha existido siempre (EP 611). El texto griego de este Símbolo figura en la biografía de Gregorio de Nisa y en un gran número de manuscritos; quedan asimismo una versión latina de Rufino (Hist. eccl. 7,26) y una traducción siríaca. 3 . La llamada Epístola Canónica (Επιστολ κανονικ). Esta Epístola, dirigida a un obispo desconocido que había hecho una consulta al autor, debe su nombre al hecho de haber sido incorporada a la colección de las Epístolas Canónicas de la Iglesia griega. Es uno de los más antiguos tratados de casuística. Dieron ocasión a esta carta las dudas y dificultades que provocó la invasión de los borados y los godos, quienes, después de la derrota de Decio (251), habían devastado el Ponto y la Bitinia. Los cristianos del Ponto, a quienes los godos habían hecho cautivos y luego habían puesto en libertad, sentían escrúpulos por haber comido manjares paganos. Las mujeres habían sido violadas. Algunos cristianos habían hecho causa común con los bárbaros, enseñándoles el camino, indicándoles las casas que debían saquear; algunos incluso se sumaron a ellos y tomaron parte en sus perversos actos. En su Epístola, Gregorio da consejos a su hermano en el episcopado respecto de esos delincuentes. Se muestra firmemente resuelto a restablecer el orden y la disciplina, pero al mismo tiempo misericordioso, manso y tolerante. El último canon tiene un interés especial para la historia de la disciplina penitencial; enumera las diferentes clases de penitentes:

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Cod. 223), que cita extensos pasajes de la misma. Comprendía ocho libros y defendía la fe en Dios y en la Providencia divina contra la creencia en el destino y en el poder ilimitado de las estrellas . Discutía el origen del mal y refutaba en particular a Bardesanes y a sus secuaces. Entre las obras exegéticas, Suidas menciona un Chronicon que Diodoro escribió contra Eusebio de Cesarea. Como este título aparece en la lista de los comentarios bíblicos, es de suponer que se ocupara de cuestiones cronológicas de la Sagrada Escritura. Teodoro de Mopsuestia T eodoro, discípulo de Diodoro, nació en Antioquía, igual que su maestro. Estudió retórica y literatura con el famoso sofista Libanios (cf. supra, p.233), en cuyas aulas entabló con San Juan Crisóstomo una amistad que había de durar toda la vida. Antes de cumplir los veinte años entró en un monasterio cerca de Antioquía, inducido por el ejemplo y el consejo de su amigo. Pero su fervor se enfrió muy pronto y abandonó el claustro para hacerse abogado y contraer matrimonio. Dos elocuentes cartas del Crisóstomo ad Theodorum lapsum (PG 47, 277–316) consiguieron disuadirle de esta mudanza, y Teodoro volvió a la vida monástica. Hacia el año 383 fue ordenado sacerdote por Flaviano, obispo de Antioquía, y el 392 fue consagrado obispo de Mopsuestia, en Cilicia. Murió el 428, después de haber alcanzado gran prestigio por su saber y su ortodoxia. Compartió la suerte de su maestro Diodoro de Tarso: aunque muy estimado por sus contemporáneos, fue condenado como hereje ciento veinticinco años después de su muerte. Sus Escritos. Teodoro es el representante más típico de la escuela exegética de Antioquía y, con mucho, su autor más famoso. La iglesia nestoriana lo venera como «al gran intérprete de las Escrituras,» inferior a ningún otro. Compuso comentarios a casi todos los libros de la Biblia, que son notables por la libertad y el espíritu crítico con que investida las cuestiones de paternidad y fecha y por su método filológico e histórico, de gran vigor científico.

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De estas palabras resulta con evidencia que Cirilo enseña la unión hipostática, Ενωσις καθ’ υπστασιν, entre el Logos y la carne que asumió. Afirma con toda claridad: «Si rechazamos unión hipostática como imposible o inconveniente, caemos en el error de admitir dos hijos» (Ep. 4). Sostiene que unión fue una συγχυτος ενωσις, es decir, una unión sin mezcla de las dos naturalezas, conservándose las dos sin cambio ni alteración: Se sometió a una generación como la nuestra y, como hombre, procedió de mujer, sin renunciar a lo que era, y, aun cuando se hizo hombre al tomar carne y sangre, continuó siendo lo que era: Dios por naturaleza y de verdad. Tampoco decimos que la carne se convirtiera en naturaleza divina ni, por cierto, que la naturaleza inefable del Verbo Dios se rebajara y se cambiara en la naturaleza de la carne, porque es inmutable e inalterable y siempre permanece enteramente idéntico a sí mismo, según las Escrituras. Cuando se hizo visible y estaba aún envuelto en pañales, como infante, y en el regazo de su Madre Virgen, llenaba, como Dios que era, toda la creación y estaba sentado con su Padre. Es que la naturaleza divina no tiene cantidad ni dimensiones ni está circunscrita por ningún límite (Ep. 17,3). Dígnese tu santidad cerrar la boca a los que dicen que hubo una mezcla, confusión o mixtura del Verbo Dios con la carne. Es probable que algunos estén divulgando por ahí que yo pienso también de la misma manera y digo cosas semejantes. Pero estoy yo tan lejos de sostener eso, que considero necios a los que llegan a imaginarse que a la naturaleza del Verbo pueda acaecer una «sombra de mudanza.» El permanece siempre lo que es y no se ha alterado ni puede nunca sufrir alteración (Ep.39). Como la unión hipostática no cambia las naturalezas, en la naturaleza humana hay un alma racional, ψυχ λογικ, aun despuιs de unida a la naturaleza divina: «Su santo cuerpo, imbuido de un alma racional, nació de ella, y a ese cuerpo se unió personalmente el Verbo» (Ep. 4). Para expresar esta unión de las dos naturalezas en Cristo, Cirilo no encuentra mejor comparación que las relaciones que existen entre el cuerpo y el alma del hombre: «El único Cristo no es doble, aun cuando nosotros lo concibamos compuesto de dos substancias distintas unidas inseparablemente, de la misma manera que concebimos que el hombre consta de alma y cuerpo, y a pesar de ello no es doble, sino de dos uno» (Ep. 17,8). Por esta razón no hay posibilidad de separar las dos substancias después de la unión:

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