надписи. По мнению исследователей, общепринятая в прошлом идентификация Г. с Телль-эн-Нитлой и с визант. Г. маловероятна, т. к. храм не имеет никаких признаков святыни, описываемой паломниками ( Kelso. P. 52, 60). Возможно, его отождествление с местностью Хирбет-Мафджир, где пробные раскопки сев. части холма выявили керамику железного века ( Muilenberg. 1955). В Телль-эль-Матлебе признаки большого церковного паломнического комплекса более определенны. Еще в XIX в. Ш. С. Клермон-Ганно (Archaeological Researches in Palestine during the Years 1873-1874. L., 1899. Vol. 2. P. 17-20) обнаружил здесь архитектурные детали, в т. ч. капители, украшенные изображением креста и растительным орнаментом, к-рые должны были принадлежать большому зданию, использовавшемуся для христ. богослужения. A. Августинович вопреки изображению на карте из Мадабы и принятым ранее идентификациям выдвинул гипотезу о соотнесении этого места с Г., почитаемым в визант. период. Он отметил, что материалы этого безусловно визант. памятника использовались при строительстве в Иерихоне, в т. ч. работниками Русской православной миссии ( Augustinovich A. Gerico e dintorni: Guida. Gerusalemme, 1951. P. 145). В этот комплекс входят 3 отдельные группы руин, в каждой на поверхности фиксируется визант. керамика и монеты. В 1962 г. западнее Телль-эль-Матлеба, на глубине 2 м от поверхности, была открыта цветная геометрическая мозаика, но работы не были продолжены (ADAJ. 1962. Vol. 6/7. P. 109). 2. Г. на юж. нагорье Самарии, возле Вефиля, откуда прор. Илия с Елисеем отправились в Вефиль (4 Цар 2. 1-2). Его отождествляют с совр. сел. Джильджилия в 12 км к северу от Вефиля, недалеко от Телль-Альяты (M. R. 171159). Возможно, о нем говорится и при описании чуда, совершенного прор. Елисеем (4 Цар 4. 38-41) (см.: Muilenberg. 1962. P. 399). 3. Среди ханаанских царей, побежденных Иисусом Навином, упомянут также царь города Г. (Нав 12. 23). Основываясь на переводе этого отрывка по LXX, его обычно отождествляли с Харошеф-Гоимом (Суд 4.

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La discusión sobre la fecha de composición de la Didaché, que lleva ya setenta y cinco años de duración, ha entrado recientemente en una nueva fase, gracias a los trabajos de Audet, Glover y Adam. Especialmente la obra de Audet ha vuelto a plantear los problemas en su conjunto. Audet empieza por investigar el título original de la Didaché y llega a persuadirse que era: Διδαχα των αποστλων, Instrucciones de los Apóstoles, y de que el otro título más largo no es el original. En su crítica del texto, Audet distingue entre D 1, D 2 y J. En su opinión, D 1 representa la Didaché original, que va de 1 a 11, 2. D 2 sería una continuación, obra de los didachistas, y abarca el resto, de 11,3 al final. El interpolador (J) añadió más tarde los pasajes l,3b – 2,l; 6,2ss 7,2–4 y 13,3.5–7. Las glosas 1,4a y 13,4 provienen de una época más reciente todavía, pero siempre dentro de los primeros siglos. Audet dedica una atención muy particular al problema de las fuentes. En lo que se refiere a las relaciones de la Didaché con la Epístola de Bernabé, llega a la misma conclusión que nosotros, a saber, que la Didaché y la Epístola de Bernabé son independientes la una de la otra y que ambas han tomado la doctrina de las Dos Vías directamente de una fuente común de origen judío. Audet es de la opinión de que esta fuente judía está representada en la Doctrina XII Apostolorum, descubierta por J. Schlecht (Friburgo de Br. 1900 y 1901). Para la doctrina de las Dos Vías contenida ya en esta fuente judía, Audet remite a la «Regla de las sectas» de la comunidad de Qumrán, descubierta recientemente. El Pastor de Hermas no puede, según Audet, ser fuente de la Didaché, como afirmaron Robinson, Muilenberg, Connolly y otros, por cuanto, que la Didaché es mucho más antigua. Todavía entra menos en consideración como fuente el Diatessaron de Taciano, contra lo que opinaba Dix. Audet cree, además, que D 1 (c.1–12,2) no depende ni del evangelio de San Mateo ni del evangelio de San Juan, sino que utiliza una tradición evangélica, que presenta cierto parentesco con San Mateo, pero no se identifica con él. Ni siquiera el interpolador J ha utilizado los evangelios de San Mateo y de San Lucas. Es curioso que Glover, casi al mismo tiempo que Audet, pero con total independencia, defendió la misma tesis: que la Didaché no contiene todavía ninguna cita de los Sinópticos.

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La obra habría sido compuesta después de empezada esta insurrección, cuyo fin coincide con el último año del reinado de Adriano (138). No cabe defender una fecha posterior a ésta. En otro tiempo se dudó de la homogeneidad de la Epístola de Bernabé y se intentó descubrir interpolaciones. Sin embargo, Muilenbereg ha demostrado satisfactoriamente que el documento es, desde el principio hasta el fin de un mismo autor, sin que sea posible discernir adiciones ulteriores. Las incoherencias en que cae con frecuencia deben atribuirse al poco dominio que el autor tiene del lenguaje y de la composición. De vez en cuando salta bruscamente de un tema a otro, y a menudo rompe el hilo de su discurso para intercalar exhortaciones morales que no tienen nada Que ver con lo que está diciendo. La exposición de las dos vías, la del bien y la del mal, está tomada dé la misma fuente que la de la Didaché. No obstante, se puede afirmar con certeza que el autor no usó la Didaché. El análisis de la Epístola de Bernabé indica que su autor no solamente tuvo a su disposición esa fuente común y las Sagradas Escrituras, sino también otras fuentes que no es posible identificar. A unque se le cuenta entre los Padres Apostólicos, en realidad el Pastor de Hermas pertenece al grupo de los apocalipsis apócrifos. Es un libro que trata de las revelaciones hechas a Hermas en Roma por dos figuras celestiales. La primera era una mujer de edad, y la segunda, un ángel en forma de pastor. De ahí el título del libro. Solamente un pasaje de la obra nos ofrece la posibilidad de determinar la fecha de composición. Efectivamente, en la visión segunda (4,3) Hermas recibe de la Iglesia la orden de hacer dos copias de la revelación, una de las cuales tiene que entregarla a Clemente, quien se encargará de mandarla a las ciudades lejanas. Este Clemente de quien se habla aquí es, sin duda, el papa Clemente de Roma, que escribió su Epístola a los Corintios hacia el año 96. Pero esto parece estar en contradicción con el Fragmento Muratoriano, que dice de nuestro autor: «Muy recientemente, en nuestros tiempos, en la ciudad de Roma, Hermas escribió el Pastor estando sentado como obispo en la cátedra de la Iglesia de Roma su hermano Pío.» El testimonio del Fragmento Muratoriano, de fines del siglo II, da la impresión de ser fidedigno.

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