Demetrios Constantelos Скачать epub pdf Decidle al rey; la corte decorada se ha derrumbado, Febo ya no tiene celda, ni laurel, ni profecía, ni fuente barboteante; incluso el agua parloteante se ha secado. Anónimo, Siglo IV E l pensamiento griego medieval o «bizantino» fue el resultado de la fusión de varias tradiciones intelectuales, culturales y religiosas de la antigüedad, como la griega, la romana, la hebrea, la iraní y la cristiana. Pero fueron el pensamiento humanístico de la antigua Hélade y la fe cristiana quienes contribuyeron en mayor medida a la génesis, formación y evolución del pensamiento bizantino . El pensamiento de los antiguos griegos gozó de una gran vitalidad durante la época bizantina ya que los clásicos griegos – literatura, filosofía, historia, arte, educación e incluso mitología – constituyeron el plan de estudios durante todo el milenio bizantino. Dado que la época bizantina fue profundamente religiosa, el futuro del patrimonio cultural de los antiguos griegos – en particular la literatura y la filosofía – en el Imperio Bizantino estuvo marcado ante todo por la actitud de la Iglesia hacia la enseñanza laica. I Para valorar el lugar que los clásicos ocupaban en el estado bizantino, conviene comprender la naturaleza del conflicto entre el pensamiento griego y la doctrina cristiana tal y como evolucionó en los primeros siglos del cristianismo. El encuentro entre el cristianismo y la paideia (educación) clásica dio como resultado las fuerzas que fijaron el futuro del pensamiento greco-bizantino. Ya en tiempos de los Apóstoles encontramos los primeros intentos por presentar el nuevo credo en un modo comprensible para los que no eran judíos. San Juan escribió el cuarto Evangelio para gente de educación griega. Las palabras introductorias de Juan «Al principio existía la Palabra (Logos),» así como su terminología meditativa, mística, simbólica y filosófica no son más que préstamos de Heráclito, de los estoicos, y del pensamiento helénico en general. Sus bien elegidos términos logos, luz, tinieblas, carne, nacimiento, hijo, vida, vida eterna, pan de vida, agua de vida, señal, espíritu, resurrección, y muchos más tenían la intención de recalcar no sólo la preexistencia de Logos Cristo, sino también la implicación de Dios en la historia más allá del antiguo Israel. La consecuencia era que el Dios de Israel era el Dios de los griegos, de los romanos, de los escitas, y de otros, y que no existía un conflicto esencial entre el pensamiento griego y la doctrina cristiana.

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Dr. Sebastiá Janeras Скачать epub pdf 1. La Iglesia de la Pentarquía Las relaciones entre Roma y los patriarcados consistían sobre todo en que los papas y los patriarcas se informaban mutuamente de la elección mediante las cartas sinodales. El obispo de Roma respondía en signo de comunión. No se trataba, pues, de nombramiento o de colación de cargos. Roma era a veces el lugar de apelación en los litigios. La comunión se expresaba también con la inclusión de los nombres en los dípticos, proclamados normalmente por el diácono durante la celebración eucarística. Comunión, pero diferente concepción de la Iglesia. En Oriente se formó la idea de la Iglesia del Imperio bajo la dirección del patriarca y el emperador. En Occidente, donde el Imperio romano había caído bajo los bárbaros el 476, se desarrolló una Iglesia papal independiente de la autoridad del Estado y la fuerza de las circunstancias ayudó al Papa a asumir funciones seculares y políticas. En Oriente la concepción eclesiológica partía de la iglesia local en torno al obispo, para agruparse en metropolías y en patriarcados. La coronación de Carlomagno, en la Navidad del año 800, por el papa León III, culminó un proceso de alejamiento de Roma respecto del Imperio bizantino que venía gestándose de hacía años, a medida que el Papa se volvía hacia el mundo germánico. Y en este punto entra un tema de capital importancia para la vida de la Iglesia de Oriente y para las relaciones entre Oriente y Occidente: la cuestión iconoclasta. a) La persecución iconoclasta. El emperador bizantino León III Isáurico (715–741), tal vez, dado su origen, por su convicción personal dualista y maniquea, tal vez con miras políticas frente al mundo islámico muy cercano (el Islam no admite la figuración humana, sino sólo ornamental, en sus mezquitas), o tal vez para atajar la influencia dominante de los monjes, grandes propagadores del culto a los iconos, prohibió, el 730, la veneración de las imágenes. Es la primera persecución iconoclasta, en la que destacaron dos grandes defensores del culto a los iconos: san Germán de Constantinopla y san Juan Damasceno. El papa Gregorio III, en un sínodo romano del año 731, defendió el culto a las imágenes, contra lo cual reaccionó el emperador León. Su sucesor Constantino Coprónimo intensificó la persecución contra los iconodulos. Después de un período más tolerante bajo León IV, Irene, su viuda, regente en nombre de su hijo Constantino y favorable a los iconodulos, convocó un concilio en Nicea (II), el séptimo ecuménico, el año 787, al cual el papa Adriano I envió sus legados. En dicho concilio se restableció el culto a los iconos.

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Скачать epub pdf Biografía de San Juan Crisóstomo San Juan de Antioquía, Padre oriental y columna de la Iglesia universal, puede compararse con san Agustín en Occidente y es el más grande, sin duda, de los Padres de lengua griega. Por su elocuencia, posteriormente, se lo conocerá con el sobrenombre de «Crisóstomo» o «Boca De Oro.» Nació en Antioquía hacia el 344; entre sus principales maestros encontramos al célebre Libonio. En el 372 fue bautizado. Sus maestros de teología fueron Diodoro de Tarso y luego Teodoro de Mopsuestia. Más tarde se retiró a la vida solitaria bajo la dirección espiritual de un monje, para practicar luego la vida eremítica. Obligado por diversas enfermedades, regresó a Antioquía, donde fue ordenado diácono en 381 por Melecio y en el 386 sacerdote por Flaviano. Pronto sus prédicas se hicieron notorias en todo el Imperio bizantino; el emperador Arcadia en el 397 lo nombró patriarca de Constantinopla. Pero bien pronto, por sus continuas amonestaciones, se procuró no pocos enemigos, entre ellos a la emperatriz Eudoxia. Así en el año 402 Teófilo, Patriarca alejandrino, enemigo del santo, convocó un «conciliábulo» de 36 obispos, llamado «de las belotas» (año 402/3) en el cual, Juan fue depuesto de su sede patriarcal. El emperador bizantino aprobó la decisión del conciliábulo y decretó su destierro, pero dada la agitación de los fieles, tuvo que hacerlo llamar a la. ciudad constantinopolitana. Las agitaciones entre las dos partes no se calmaron, por eso el emperador decretó por segunda vez el destierro de Juan, quien fue enviado a Cucuso en Armenia (404). Desde allí pudo mantener relaciones epistolares con sus amigos, por lo cual fue desterrado a Pitionte (Pitsunda), sobre las costas orientales del Mar Negro; pero dados los múltiples sufrimientos recibidos, murió en el camino, en Comana del Ponto, año 407. Obras de San Juan Crisóstomo Los esctítos de san Juan por su particularidad de contenido son distribuidos en cinco partes· 1) Obras exegéticas: el mayor número de las obfas cri-sostomianas son de carácter bíblico, entre las más notorias tenemos: sobre el Génesis 9 sermones, que trata de stis 3 primeros capítulos; un libro sobre toda la Escritura, con 67 sermones; también escribió sobre los libros de los Reyes, Salmos, Isaías; existen 90 sermones sobre el Evangelio de Mateo; 88 sobre el Evangelio de san Juan y 55 sobre los Hechos de los Apóstoles; además comentó todas las cartas de san Pablo. Por último pronunció 21 discursos sobre las «Estatuas.»

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Guia Para El Estudio De Los Cuatro Evangelios Скачать epub pdf La Venida de Nuestro Señor Jesucristo al Mundo El prólogo del Evangelio: su autenticidad y propósito ( Lk. 1:1–4 ; Jn. 20:31 ) Los cuatro versículos iniciales del primer capítulo del Evangelio de san Lucas pueden ser considerados como el Prólogo de los Cuatro Evangelios. En ellos el santo Evangelista habla de «la rigurosa investigación efectuada sobre todo» lo transmitido por él y señala el propósito con el cual fueron escritos los Evangelios: «conocer el sólido fundamento de las enseñanzas cristianas.» A este propósito san Juan el Teólogo añade en su Evangelio ( Jn. 20:31 ): «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y creyendo tengáis vida en su nombre». Como es evidente en el prólogo de san Lucas, él asumió la tarea de escribir su Evangelio pues para ese tiempo habían aparecido muchos relatos similares, pero carentes de autoridad y cuyo contenido no era muy satisfactorio. Él consideró que su deber era confirmar en la Fe al excelentísimo Teófilo y simultáneamente, claro está, a todos los cristianos en general. Por ello escribió un relato sobre la vida de Nuestro Señor Jesucristo verificando cuidadosamente toda la información proveniente de las palabras de los »testigos oculares y servidores del Verbo.» Debido a que san Lucas era uno de los setenta discípulos de Cristo le resultaba imposible ser testigo de todos los hechos , tales como el nacimiento de Juan el Bautista, la Anunciación, el Nacimiento de Cristo, la Presentación de Nuestro Señor en el Templo. Es indudable que una significativa parte del contenido de su Evangelio se basa en las palabras de testigos oculares, es decir, se fundamenta en la Tradición, tan categóricamente rechazada por los protestantes y los sectarios. El principal y mas importante testigo de los mas tempranos eventos de la historia de los Evangelios fue ciertamente, la Santísima Virgen María . No en vano san Lucas destaca en dos oportunidades que Ella mantenía el recuerdo de todos estos sucesos guardándolos en su corazón ( Lk. 2:19 y 2:51).

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Por Mario Righetti Скачать epub pdf Parte I 1. Del Culto en General D e la total y absoluta dependencia en que se encuentra el ser humano respecto de Dios, su supremo principio y último fin, nace un complejo de deberes que le unen estrechamente a El y constituyen el objeto material de la virtud de la religión. La persona, en efecto, criatura de Dios y elevado al estado sobrenatural, debe al Creador el homenaje de la adoración, es decir, el reconocimiento humilde y sincero de la propia dependencia de él; enriquecido gratuitamente con dones maravillosos, le debe el tributo del reconocimiento; pecador por la fragilidad de su naturaleza y malicia de la voluntad, tiene la obligación de satisfacer a la Majestad divina ultrajada; débil e impotente, debe implorar con súplicas los auxilios naturales y sobrenaturales que le son indispensables para conseguir el propio fin. Los actos con que el ser humano cumple este cuádruplo deber de adoración-agradecimiento-satisfacción-petición, constituyen el culto religioso privado. El cual, uno en sí mismo, puede considerarse bajo un doble aspecto: interior, que dimana radicalmente de las facultades espirituales características del ser humano, la inteligencia y la voluntad; exterior, cuando los sentimientos internos del alma se manifiestan visiblemente mediante los actos materiales del cuerpo. No es nuestro propósito demostrar la necesidad y la conveniencia del culto externo. El ser humano es una naturaleza mixta, porque al alma espiritual va unido un cuerpo, creado por Dios, que participa de los beneficios divinos y que, por desgracia, se pone frecuentemente al servicio de la voluntad para cometer el pecado. Todo esto lleva consigo, también para el cuerpo, el deber de asociarse al alma en los actos de la religión, no olvidando que si por ley natural todo movimiento del alma repercute en el cuerpo, el sentimiento religioso, que es ciertamente de los más fuertes y profundos, tiene necesidad de manifestarse al exterior. La historia religiosa de todos los pueblos nos ofrece una demostración ineludible.

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Скачать epub pdf La Iglesia Católica-Romana La actividad misionera de los latinos La actividad misionera de la iglesia Romana en los siglos XI-XV tomo un carácter impropio para el cristianismo. Fue abandonado el camino pacifico de difusión de enseñanza evangélica, por medio de predica y el convencimiento . La iglesia Romana, de buena gana, aplicaba medios violentos – fuego y espada. No tenia reparos de enviar a sus misioneros a los países donde trabajaban los misioneros ortodoxos, y ahuyentándolos y convirtiendo a su religión los ya bautizados en la ortodoxia. Asimismo trataban de difundir su enseñanza entre los ortodoxos, tratando de convertirlos en su religión Con estos métodos difundían al cristianismo en Europa: 1) entre los eslavos bálticos; 2) entre los prusos, a los cuales en el siglo XV convertían al cristianismo con la fuerza de las armas – primero la orden de caballeros de Prusia y luego de caballeros alemanes; 3) en Liflandia, Estlandia y Kurlandia, donde el cristianismo fue afirmado en el siglo XII con espada y fuego por los caballeros alemanes y 4) en Lituania que se convirtió al catolicismo por el casamiento del príncipe Lituano Jagello con la princesa heredera de trono polaco Jedwig. Los lituanos paganos fueron bautizados a la fuerza y los lituanos ortodoxos, perseguidos. En Asia, los católicos organizaban distintas misiones, difundian su programa entre ortodoxos, trataban de convertir a los musulmanes y paganos. Entre los ortodoxos y musulmanes no tenían éxito; entre paganos (mongoles en China) a pesar de organizar una comunidad cristiana en el siglo XIII, ésta desapareció sin rastros en el XV s. En el s. XV, después del descubrimiento de nuevas tierras en el occidente de África y luego descubrimiento de América, los portugueses y españoles trajeron a los países conquistados el cristianismo. Pero por su trato cruel de los aborígenes el cristianismo allí se difundía en forma débil. El papado y el monaquismo. La lucha de los papas con los soberanos por la independencia en asuntos de la Iglesia

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Accept The site uses cookies to help show you the most up-to-date information. By continuing to use the site, you consent to the use of your Metadata and cookies. Cookie policy Delegation of Abbots and Monks from Egyptian Monasteries Comes to Russia On 23rd August 2021, at the invitation of His Holiness the Patriarch of Moscow and All Rus Kirill, a delegation of abbots and monks of monasteries of the Coptic Church arrived in Moscow intending to go on pilgrimage to the Orthodox monastic houses of Russia. The present visit is coming at a time of growing dialogue between the Russian Orthodox Church and the Coptic Church within the framework of the relevant commission for inter-church dialogue and is part of a programme of mutual visits realized in recent years by representatives of Russian and Coptic monasticism. The delegation consisted of: His Grace Bishop Bigol, Abbot of the Elmeharic Monastery in Asyut – head of the delegation; His Grace Bishop Sawerous, Abbot of the St. Tomas & St. Baktor Monastery in El Khataba; His Grace Bishop Metawas, Abbot of the St. Virgin Mary Mountain Monastery in Akhmim; His Grace Bishop Aghabios, Regent of the St. Bishoy the Great Monastery in Wadi El Natrun; His Grace Bishop Mekhail, General Vicar in Cairo; Rev. Hieromonk Kyrillos Anba Bishoy, Secretary to His Holiness Pope and Patriarch Tawadros II (St. Bishoy Monastery in Wadi El Natrun); Rev. Hieromonk Tawadros Elmoharraqy, Elmeharic Monastery in Asyut; Rev. Hieromonk Dawoud El Antony, Representative of the Coptic Orthodox Church in the Russian Federation; Monk Macarius El Thomasy, St. Tomas & St. Baktor Monastery in El Khataba; Monk Youssef El Akhmimy, St. Virgen Mary Mountain Monastery in Akhmim; Monk Botros El Makary, St. Macarius the Great Monastery in Wadi El Natrun; Monk Zeus El Makary, St. Macarius the Great Monastery in Wadi El Natrun; Monk Mercurius El Makary, St. Macarius the Great Monastery in Wadi El Natrun; Monk Markos El Makari, monk of St Macarius the Great Monastery; Dr. Anton Milad, Special Representative of the Coptic Orthodox Patriarchate.

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La primera de las hipótesis carece de fundamento, puesto que ha sido imposible descubrir históricamente una conexión entre el ascetismo oriental y la vida monacal cristiana. Además, si el cristianismo hubiera recibido tal influencia, ésta hubiera provenido de los grupos ascéticos de la secta de los esenios, en cuyo ambiente nació el cristianismo; sin embargo, la vida monástica apareció bastante después de la desaparición de las comunidades esenias. Lo cual no significa, por supuesto, que en sus etapas posteriores la vida monástica no tuviera ciertas características comunes con las comunidades esenias y neopitagóricas. La segunda hipótesis es igualmente inaceptable, puesto que existían numerosos ermitaños vivendo a campo raso incluso con anterioridad al reconocimiento del cristianismo por Constantino el Grande. La vida monástica es un modo de vida que surgió dentro de la Iglesia y se desarrolló orgánicamente llevando hasta sus límites los principios de la moral cristiana. En efecto, aunque el cristianismo no nació como una filosofía pesimista ni como una fuerza con pretensiones de disolver la sociedad, se regía sin embargo por principios distintos de los de la sociedad de aquel tiempo. Puso su atención por completo en el centro de la vida y se despreocupó de la periferia. Una cosa tenía un valor supremo para el hombre: el alma, al lado de la cual el mundo entero es insignificante. «Y qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?» (Mateo 16:26). Las cosas de este mundo dificultan los movimientos del alma, y los bienes de este mundo se acumulan en torno a ella, sofocándola e impidiendo que se desarrolle en una personalidad armoniosa. Por consiguiente al hombre le espera una ardua lucha si pretende liberarse de su yo más bajo, el cual pertenece a lo mundano, y desarrollar su yo superior e ideal, que le posibilitará presentarse enérgicamente ante Dios. En este esfuerzo, tal y como declaró Jesucristo, el hombre deberá someterse a si mismo y a sus actos a un examen riguroso. Tiene que alejarse de muchos bienes mundanos para obtener el tesoro celestial, y someterse a la prueba del sufrimiento para purificar su voluntad.

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Prof. Johannes Quasten Introducción L a victoria de Constantino en el Puente Milvio señala el momento decisivo en la historia de la Iglesia antigua. Significa el fin de la Roma pagana y la inauguración del Imperio cristiano. De religión fuera de ley, el cristianismo se convirtió primero en religión tolerada, y, finalmente, en religión preferida. Después que fracasó el intento efímero del emperador Juliano (361–363) de restaurar el paganismo, la religión cristiana vino a ser pocos años más tarde, bajo Teodosio I, la religión del Estado. La Iglesia, con su ciencia, su liturgia y su arte, entra así en una nueva era. Empieza el período de los grandes Padres de la Iglesia, la edad de oro de la literatura eclesiástica. Los escritores cristianos de los siglos IV y V están en condiciones de dedicar sus talentos a otras causas, además de la defensa de la Iglesia contra los paganos. El rasgo distintivo de esta época es el desarrollo de la ciencia eclesiástica. Libre ya de la opresión exterior, la Iglesia se dedica a preservar su doctrina de la herejía y a definir sus principales dogmas. Es la época de los grandes concilios ecuménicos, y su característica más sobresaliente, efecto de las disputas cristológicas, es una intensa actividad teológica. La mayor parte de los escritores, absorbidos por los problemas candentes de su época, se entregan a la polémica y al dogma. Principalmente en Oriente, escenario de los famosos concilios de Nicea (325), Constantinopla (381), Efeso (431) y Calcedonia (451), un crecido número de eminentes escritores se enfrentan con las herejías del arrianismo, macedonianismo, sabelianismo, nestorianismo, apolinarismo y monofisismo. De esta suerte, este período produce grandes teólogos, como Atanasio, los Padres Capadocios, Juan Crisóstomo, Cirilo de Alejandría y otros, cuyas obras nos traen el eco de los conflictos intelectuales de la época. Además del desarrollo interior de la ciencia teológica, hubo un segundo elemento que contribuyó a las realizaciones de la literatura cristiana en el período postconstantiniano. A la victoria de la religión cristiana siguió la franca asimilación de la educación y del saber profanos y la adopción decidida de todos los géneros literarios tradicionales. Así, por ejemplo, los autores clásicos de la Iglesia griega, como Basilio Magno, Gregorio de Nisa y Gregorio Nacianceno, reúnen en sus personas, juntamente con una excelente preparación teológica, una gran cultura helenística, brillante elocuencia y dominio del estilo, todo ello aprendido en escuelas y academias antiguas. Nacía así un humanismo cristiano en el que la literatura eclesiástica alcanzó su perfección.

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Скачать epub pdf Introducción Nunca podrá hablarse demasiado de la relevancia que la Patrística reviste para el fenómeno cristiano en todas sus acepciones. La evolución dogmática, la configuración de las diversas Iglesias cristianas, el desarrollo teológico y la historia del cristianismo son sólo algunos de los aspectos referidos de manera obligatoria a la misma. Constituye, por tanto, un instrumento de recurso indispensable para la pastoral, la evangelización, la teología, la historia, la exégesis, la liturgia y el estudio del dogma. No es menor – ¡todo lo contrario! – el papel de los estudios patrísticos en el diálogo intereclesial puesto que a esa historia común pueden remitirse los cristianos de cualquier denominación. Descubierta o no, consciente o no, la presencia de la Patrística es irrefutable e innegable en un cristianismo que discurre entre quince y veinte siglos después. Pocos movimientos espirituales podrán presumir de una influencia que se mantenga igual de fresca en el tiempo y en el espacio. Con todo, y no deja de ser esta circunstancia lamentable, la Patrística no parece haber calado en el interés del común del pueblo de Dios. Con la excepción de algunas obras bien concretas, como pueden ser las Confesiones del teólogo de Hipona, parece que existe una cierta aversión popular hacia un mundo espiritual que se supone rancio y anacrónico, propio de sesudos especialistas y manjar de ratas de biblioteca. Dado que muchas de las obras dedicadas al estudio de los Padres adolecen de ese mismo tono propio de cierta erudición, a mucha gente llana – que no es consciente de cuanto ha influido la Patrística en su historia pasada y en su fe o práctica cotidianas – le sucede como a la famosa mona de la fábula que mordiendo la nuez le pareció dura y la arrojó lejos de sí perdiendo así un alimento sabroso y nutritivo. Es precisamente un deseo de poder acercar esa herencia, proveniente de los Padres de los seis primeros siglos, al hombre de a pie lo que me movió, ya hace tiempo, a concebir el proyecto de una obra sencilla, que sirviera de manual de consulta rápida y que pudiera, con profundidad mínima y claridad obligada, contactar a la mayoría con aquellos hombres que tanto influyeron en el desarrollo del cristianismo en sus primeros siglos, redefiniéndolo, profundizándolo y defendiéndolo contra el ataque de un conjunto de herejías (gnosticismo, arrianismo, etc.) que aún parecen retornar en nuestro tiempo con caras nuevas y corazón viejo. Precisamente esta finalidad es la que me llevó a adoptar para este primer proyecto de divulgación de la Patrística la forma de un diccionario. No existía entonces ninguna otra obra de óptica similar en castellano, y su especial estructura permite al que la utiliza abordar cualquier tema directa y rápidamente.

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